2 OPCIONES
1ª OPCIÓN
Primera Lectura: Jeremías 26, 1-9
Jeremías, juzgado y absuelto. (Jr 7,1-15).
1Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor dirigió la palabra a Jeremías:
2-Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo y di a todos los vecinos de los pueblos de Judá que vienen al templo a adorar al Señor, todo lo que yo te mando decir: no dejes ni una palabra. 3A ver si se convierte cada uno de su mala conducta y yo puedo arrepentirme del castigo que preparo contra ellos por sus malas acciones. 4Les dirás: Así dice el Señor: Si no me obedecéis, siguiendo la Ley que yo os promulgué, 5y escuchando lo que os dicen mis siervos los profetas, que yo os envío sin cesar, aunque vosotros no escucháis, 6yo trataré este templo como el de Siló, y esta ciudad será fórmula de maldición para todas las naciones.
7Los sacerdotes, los profetas y toda la gente oyeron a Jeremías pronunciar este discurso en el templo; 8y cuando terminó de decir todo lo que el Señor le había mandado decir al pueblo, lo prendieron los sacerdotes, los profetas y la gente, diciéndole:
9-Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor diciendo que este templo será como el de Siló y esta ciudad quedará en ruinas y deshabitada?
EXPLICACIÓN.
26.1-24. El comienzo del reinado de Joaquín es ominoso: incluye la muerte prematura del reformador Josías y la deposición violenta de Joacaz. Los personajes de la escena se reparten en tres grupos: sacerdotes, profetas, profesionales; vemos al pueblo voluble, incitado primero por los sacerdotes, siguiendo después a las autoridades civiles; vemos a éstos actuar con sensatez y justicia. En medio Jeremías, sin más poder que su palabra.
Dos concepciones del templo se enfrentan con violencia. Una sacral, casi talismánica: el templo es sacrosanto, y hablar contra él es blasfemia que merece pena capital (defienden los sacerdotes); además, el templo está apoyado en los contrafuertes de las promesas divinas y sus demostraciones históricas (defienden los profetas). La palabra de Dios garantiza la permanencia del templo. Como una profecía que aparta del Señor no puede ser verdadera (Dt 13,1-6), así una profecía en contra del templo no puede ser auténtica. Hay otra concepción que vincula el templo a las exigencias éticas: de la conducta del pueblo depende la permanencia del templo. Presencia condicionada frente a presencia absoluta.
El esquema desnuda las actitudes profundas, que no se formulan con toda precisión. Los sacerdotes piensan defender la santidad del templo. La legislación del Levítico exigía la santidad del pueblo. Jeremías tiene la osadía de predicar en el templo, y a los sacerdotes no les cuesta amotinar al pueblo congregado en ese templo.
26,1. Año 609.
26,2-3. Desde el principio se afirma la intención salvífica del Señor y la visión auténtica del templo. Como si dijera: al templo se viene a convertirse, no a tapar pecados con ceremonias (Dt 18,15-17). Si los encargados apelan al precedente de Senaquerib, Jeremías apela al caso de Siló.
26,6. La suerte de la ciudad está vinculada al templo.
26,9. La profecía de Jeremías era condicionada. Los rivales suprimen la condición: por malicia o por considerarla inoperante. Consideran agravante que lo haya dicho “en nombre del Señor”, arrogándose una autoridad que no posee. Con todo, no pasan a la ejecución in fraganti ni al proceso formal, que parece ser competencia de los magistrados de la corte.
Salmo Responsorial: 69,5,8-10.14.
5Son más que los pelos de la cabeza
los que me odian sin razón,
son más fuertes que mis huesos
mis enemigos mendaces.
Lo que no he robado
¿lo tengo que devolver?
8Pues por ti aguanté injurias,
la vergüenza cubrió mi rostro.
9Un extraño soy para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre
10porque me devora el celo por tu templo
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí,
14Pero yo, mi súplica va a ti,
Señor, en el momento propicio.
Por tu gran lealtad respóndeme, Dios,
con tu fidelidad salvadora.
EXPLICACIÓN.
69,5a La multitud de los enemigos es tópica en el género. La comparación recuerda Sal 40,13. "Que los huesos": corrigiendo levemente el texto (haplografía).
69,5b Es un rasgo concreto, que puede ser proverbial y recuerda a Jr 15,20, también a Sal 35,11. Si se toma en sentido propio, significa que los enemigos, con amaños, fuerzan al inocente a pagar deudas no contraídas: véase Lv 5,23.6.
69,8 Cuanto sufre es por causa de Dios; por tanto, Dios está comprometido y no puede desentenderse: Jr 15,15.
69,9 Una consecuencia es el desvío de los parientes, tema que suena con intensidad personal en Jr 12,6 y Job 19,13-15.
69,10 Celo del hombre por la causa de Dios se encuentra en pocos casos: Fineés (Nm 25,11.13); Jehú (2 Re 10,16). Por el templo, es caso único y da pie a diversas conjeturas. Que el orante es un sacerdote, que es un desterrado, que es uno que, a la vuelta del destierro, trabaja en la reconstrucción del templo; cfr. Jr 7.
69,14 Sirve de enlace y de contraste, por el enfático pronombre. El primer hemistiquio es llamativo por el estilo nominal sin verbos, como un grito a medio articular. Una traducción literal sonaría así: "pero yo, mi súplica a ti, Señor, ocasión favorable". En el segundo hemistiquio la última combinación es original.
Transposición cristiana.
Empecemos por las citas. El v. 5 en Jn 15,25; 10a en Jn 2,17;10b en Rom 15,3; 13 por alusión en Mt 27,27-30; 22 nueva alusión en Mt 27,34; Mc 15,23; 23-24 en Rom 11,9; 26 en Hch 1,20; 29 el registro de los vivos en Flp 4,3; Ap 3,5; 13,8. Con estos datos pueden los Santos Padres aplicar el salmo a la pasión de Cristo.
EVANGELIO: Jn 11,19-27 o Lc 10,38-42.
Jn 11,19-27.
Jesús y Marta: La resurrección y la vida (11, 18-27)
19. y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por el hermano.
20. Al enterarse Marta de que llegaba Jesús, le salió al encuentro (María estaba sentada en la casa).
21. Dijo Marta a Jesús:
- Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano;
22. pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará.
23. Jesús le dijo:
-Tu hermano resucitará.
24. Respondió Marta:
- Ya sé que resucitará en la resurrección del último día.
25. Le dijo Jesús:
-Yo soy la resurrección y la vida; el que me presta adhesión, aunque muera, vivirá,
26. pues todo el que vive y me presta adhesión, no morirá nunca. ¿Crees esto?
27. Ella le contestó:
-Sí, Señor, yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
EXPLICACIÓN.
19-27. Los judíos presentes en Betania (19) pertenecen a la institución enemiga de Jesús; sin embargo, dan muestras de amistad a esta comunidad de discípulos; no han visto en ellos una ruptura semejante a la de su Maestro.
El movimiento de Marta, cuyas creencias representan a las de la comunidad, responde al acercamiento de Jesús (20) que llega, aunque él no entra en la casa donde se expresa la solidaridad con la muerte. La frase de Marta (21) insinúa un reproche; ella cree que la muerte de su hermano ha interrumpido su vida. Esperaba una curación, sin darse cuenta de que la vida que Jesús les ha comunicado ha curado ya el mal radical del hombre: su esclavitud a la muerte. Primera de las cosas que sabe Marta (22; cf. 24), ambas por debajo del nivel de fe propio del discípulo: ve en Jesús un mediador infalible ante Dios, no comprende que Jesús y el Padre son uno (10,30) y que las obras de Jesús son las del Padre (10, 32.37). Espera una intervención taumatúrgica de Jesús, como la del profeta Eliseo (2 Re 4,8ss).
Jesús responde restituyendo la esperanza (23): la muerte de Lázaro no es definitiva; no atribuye la resurrección a una nueva acción suya personal, pues significa la persistencia de la vida comunicada con el Espíritu que infundirá en su muerte (6,39s). Marta interpreta las palabras de Jesús según la creencia farisea (24). Las palabras de Marta delatan una decepción (ya sé); ha oído lo mismo muchas veces. Para ella, como para los judíos, el último día está lejos; no comprende la novedad de Jesús.
Jesús no viene a suprimir o retrasar indefinidamente la muerte física, sino a comunicar la vida que él mismo posee y de la que dispone (5,26), su mismo Espíritu. En la frase de Jesús (25: yo soy la resurrección y la vida) el primer término depende del segundo: es la resurrección por ser la vida (14,6). La vida que él comunica, al encontrarse con la muerte, la supera; a esto se llama resurrección; no está reglada a un futuro, porque Jesús, que es la vida, está presente.
Para que la realidad de vida invencible que es Jesús llegue al hombre se requiere la adhesión, a la que él responde con el don del Espíritu, nuevo nacimiento a una vida nueva y permanente (3,3s; cf. 5,24). Expone Jesús (26) el principio que funda la afirmación anterior (cf. 8,51): para el discípulo, la muerte física no tiene realidad de muerte; la muerte, de hecho, no existe. Ésta es la fe que Jesús espera de Marta (¿Crees esto?). Marta responde con la perfecta profesión de fe cristiana (20,31); ya no es el Profeta (6,14), sino el Hijo de Dios, igual al Padre.
SÍNTESIS.
Se inaugura la etapa última y definitiva de la creación: para el que ha recibido el Espíritu de Dios no hay interrupción de vida, la muerte es sólo una necesidad física.
Lc 10,38-42.
38 Mientras iban de camino entró también él en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa.
39 Esta tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras.
40 Marta, en cambio, se dispersaba en múltiples tareas. Se le plantó delante y le dijo:
- Señor, ¿no se te da nada de que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
41 Pero el Señor le contestó:
- Marta, Marta, andas preocupada e inquieta con tantas cosas:
42 sólo una es necesaria. Sí, María ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará.
EXPLICACIÓN.
B. Los dos grupos de seguidores. 38-42. Cambia el escenario: "una aldea" (reducto cerrado); temática: la verdadera acogida del mensaje. Paralelo con la "aldea" samaritana de 9,52 (38: también él entró en una aldea). En la escena no aparecen los discípulos. La doble mención de el Señor (39.40) saca a esta perícopa del plano histórico para ponerla en el paradigmático, mirando a las comunidades del tiempo de Lc.
Dos hermanas, figuras de los dos grupos de discípulos: Marta, de los que proceden del judaísmo/los Doce (9,1); María, de los Setenta (10,1). Marta, la comunidad judeocreyente, recibe a Jesús, pero sin aprender de él (38); María, la comunidad samaritana o no judía, queda en segundo plano, pero es la que le da plena acogida. A los pies del Señor (39), alusión a la pecadora (7,38.44-46).
Marta quiere arrastrar a su hermana a su dispersa actividad sin mensaje, inútil (múltiples tareas = observancia legal); el deseo de Marta corresponde al expresado antes por Juan en nombre de los Doce: imponer su modo de seguimiento a los que no pertenecen a ese grupo (9,49s) (40). Preocupaciones que ahogan el mensaje (8,14) (41). Una sola cosa (42: cf. 12,31; 18,22): el reinado de Dios, nueva tierra prometida, es la mejor parte, en comparación con la antigua tierra (Sal 16,5s; 73,26; 119,57; 142,6), el reino de Israel al que aún aspiran los Doce.
Samaría, que por su idolatría había perdido su herencia en Israel encuentra ahora su parte de la herencia en Jesús. El Israel mesiánico, que no escucha el mensaje, quiere conservar como herencia la antigua tierra prometida. Una temática paralela se encuentra en 18,15-17.
2ª OPCIÓN
PRIMERA LECTURA. Éxodo 40,16-21.34-38.
[B] Ejecución de las órdenes (1 Re 7).
16Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado.
17El día uno del mes primero del segundo año fue instalado el santuario. 18Moisés instaló el santuario, colocó las basas, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; 19montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 20Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. 21 Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
[C] La gloria de Dios. (1 Re 8,10s; Ez 43,1-5; Mal 2,7-9.
34Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario.
35Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había apostado sobre ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.
36Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento en todas las etapas. 37Pero cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. 38De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.
Explicación.
40,1-33 Terminada la fabricación, llega la etapa final de montar las piezas y colocar cada objeto en su lugar. En medio, cmo una cuña, se mencionan unción y consagración.
40,34-35 Terminado y consagrado el recinto, el Señor baja a tomar posesión de él con su presencia sin imagen, con su gloria. La gloria que estaba en la montaña se traslada con la nube al santuario: se acaba la función profética de Moisés y empieza su nueva función sacerdotal.
SALMO. 84,3-6.8.11.
3Mi aliento se consume anhelando
los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne exultan
por el Dios vivo.
4Hasta el gorrión ha encontrado una casa,
la golondrina un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los Ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
5Dichosos los que habitan en tu casa
alabándote siempre.
6Dichoso el que saca de ti fuerzas
cuando proyecta su peregrinación.
8Caminan de baluarte en baluarte,
y el Dios de dioses se les muestra en Sión.
11Pues vale más un día en tus atrios
que mil en mi estancia;
O pisar el umbral de la casa de Dios
que morar en la tienda del malvado.
Explicación.
84,3 El ansia es total: aliento o espíritu, corazón o mente, carne o cuerpo.
84,4 La imagen del ave suena casi a proyección sentimental. El poeta se detiene complacido en el doble sentido de casa: el ave ha puesto casa para sus polluelos, en la casa de Dios: huésped acogido a la hospitalidad ancha de Dios. ¡Ouién fuera como ella!
84,5-6 El orante empareja a los "habitantes" con los peregrinos". Sal 65,5 parece preferir a los que habitan; véase también Sal 91,1.
El salmo dedica más espacio al peregrino.
84,6-8 Con mediana probabilidad podemos distinguir una decisión previa y tres etaPas de peregrinación. Según el texto hebreo, el orante está pensando o planeando "calzadas": Jr 31,21. a) Primera etapa: creo que el autor explota el doble sentido de varias palabras: "valle de Baká = Valmorera = Valdellanto", ''Transforman = eben", "lluvia de otoño = Maestro", "lo viste de albercas = lo cubre de bendiciones". b) Segunda etapa: en sentido propio "baluartes" o plazas fuertes que jalonan el itinerario; o el renovarse de las fuerzas (cfr. Is 40,31); o las fortificaciones de la capital (Sal 48,4). e) Tercera parte: la presencia de Dios en el templo: compárese con Is 35,2; 40,4; Jr 31,3; Sal 63,3.
84,11 "Uno / mil" es convencional para encarecer con énfasis: Dt 32,20; Jos 23,10; Is 30,17. "Estancia": corrigiendo el texto. "Pisar el umbral": en hebreo un verbo rebuscado derivado de "umbral": parece designar una actividad modesta, de portero.
Transposición cristiana.
En clave cristológica: Jesús es más que el templo (Mt 12,6), es manifestación de Dios (Jn 14,9), es morada nuestra (Jn 15,4). Jesús glorificado: (Jn 2,19-21). En clave eclesiológica. La Iglesia presente es templo de Dios (Ef 2,21 s). La Iglesia celeste (Heb 13,14; 2 Cor 5,1).
EVANGELIO: Jn 11,19-27 o Lc 10,38-42.
Jn 11,19-27.
Jesús y Marta: La resurrección y la vida (11, 18-27)
19. y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por el hermano.
20. Al enterarse Marta de que llegaba Jesús, le salió al encuentro (María estaba sentada en la casa).
21. Dijo Marta a Jesús:
- Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano;
22. pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará.
23. Jesús le dijo:
-Tu hermano resucitará.
24. Respondió Marta:
- Ya sé que resucitará en la resurrección del último día.
25. Le dijo Jesús:
-Yo soy la resurrección y la vida; el que me presta adhesión, aunque muera, vivirá,
26. pues todo el que vive y me presta adhesión, no morirá nunca. ¿Crees esto?
27. Ella le contestó:
-Sí, Señor, yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
EXPLICACIÓN.
19-27. Los judíos presentes en Betania (19) pertenecen a la institución enemiga de Jesús; sin embargo, dan muestras de amistad a esta comunidad de discípulos; no han visto en ellos una ruptura semejante a la de su Maestro.
El movimiento de Marta, cuyas creencias representan a las de la comunidad, responde al acercamiento de Jesús (20) que llega, aunque él no entra en la casa donde se expresa la solidaridad con la muerte. La frase de Marta (21) insinúa un reproche; ella cree que la muerte de su hermano ha interrumpido su vida. Esperaba una curación, sin darse cuenta de que la vida que Jesús les ha comunicado ha curado ya el mal radical del hombre: su esclavitud a la muerte. Primera de las cosas que sabe Marta (22; cf. 24), ambas por debajo del nivel de fe propio del discípulo: ve en Jesús un mediador infalible ante Dios, no comprende que Jesús y el Padre son uno (10,30) y que las obras de Jesús son las del Padre (10, 32.37). Espera una intervención taumatúrgica de Jesús, como la del profeta Eliseo (2 Re 4,8ss).
Jesús responde restituyendo la esperanza (23): la muerte de Lázaro no es definitiva; no atribuye la resurrección a una nueva acción suya personal, pues significa la persistencia de la vida comunicada con el Espíritu que infundirá en su muerte (6,39s). Marta interpreta las palabras de Jesús según la creencia farisea (24). Las palabras de Marta delatan una decepción (ya sé); ha oído lo mismo muchas veces. Para ella, como para los judíos, el último día está lejos; no comprende la novedad de Jesús.
Jesús no viene a suprimir o retrasar indefinidamente la muerte física, sino a comunicar la vida que él mismo posee y de la que dispone (5,26), su mismo Espíritu. En la frase de Jesús (25: yo soy la resurrección y la vida) el primer término depende del segundo: es la resurrección por ser la vida (14,6). La vida que él comunica, al encontrarse con la muerte, la supera; a esto se llama resurrección; no está reglada a un futuro, porque Jesús, que es la vida, está presente.
Para que la realidad de vida invencible que es Jesús llegue al hombre se requiere la adhesión, a la que él responde con el don del Espíritu, nuevo nacimiento a una vida nueva y permanente (3,3s; cf. 5,24). Expone Jesús (26) el principio que funda la afirmación anterior (cf. 8,51): para el discípulo, la muerte física no tiene realidad de muerte; la muerte, de hecho, no existe. Ésta es la fe que Jesús espera de Marta (¿Crees esto?). Marta responde con la perfecta profesión de fe cristiana (20,31); ya no es el Profeta (6,14), sino el Hijo de Dios, igual al Padre.
SÍNTESIS.
Se inaugura la etapa última y definitiva de la creación: para el que ha recibido el Espíritu de Dios no hay interrupción de vida, la muerte es sólo una necesidad física.
Lc 10,38-42.
38 Mientras iban de camino entró también él en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa.
39 Esta tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras.
40 Marta, en cambio, se dispersaba en múltiples tareas. Se le plantó delante y le dijo:
- Señor, ¿no se te da nada de que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
41 Pero el Señor le contestó:
- Marta, Marta, andas preocupada e inquieta con tantas cosas:
42 sólo una es necesaria. Sí, María ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará.
EXPLICACIÓN.
B. Los dos grupos de seguidores. 38-42. Cambia el escenario: "una aldea" (reducto cerrado); temática: la verdadera acogida del mensaje. Paralelo con la "aldea" samaritana de 9,52 (38: también él entró en una aldea). En la escena no aparecen los discípulos. La doble mención de el Señor (39.40) saca a esta perícopa del plano histórico para ponerla en el paradigmático, mirando a las comunidades del tiempo de Lc.
Dos hermanas, figuras de los dos grupos de discípulos: Marta, de los que proceden del judaísmo/los Doce (9,1); María, de los Setenta (10,1). Marta, la comunidad judeocreyente, recibe a Jesús, pero sin aprender de él (38); María, la comunidad samaritana o no judía, queda en segundo plano, pero es la que le da plena acogida. A los pies del Señor (39), alusión a la pecadora (7,38.44-46).
Marta quiere arrastrar a su hermana a su dispersa actividad sin mensaje, inútil (múltiples tareas = observancia legal); el deseo de Marta corresponde al expresado antes por Juan en nombre de los Doce: imponer su modo de seguimiento a los que no pertenecen a ese grupo (9,49s) (40). Preocupaciones que ahogan el mensaje (8,14) (41). Una sola cosa (42: cf. 12,31; 18,22): el reinado de Dios, nueva tierra prometida, es la mejor parte, en comparación con la antigua tierra (Sal 16,5s; 73,26; 119,57; 142,6), el reino de Israel al que aún aspiran los Doce.
Samaría, que por su idolatría había perdido su herencia en Israel encuentra ahora su parte de la herencia en Jesús. El Israel mesiánico, que no escucha el mensaje, quiere conservar como herencia la antigua tierra prometida. Una temática paralela se encuentra en 18,15-17.
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