Primera Lectura: Isaías 2:1-5
Sión, centro del reino escatológico (Miq 4,1-3; Sal 87; Is 2,1;66,18-24; Zac 8,20-23; Sal 76).
1Visión de Isaías, hijo de Amós,
acerca de Judá y de Jerusalén:
2Al final de los tiempos
estará firme el monte de la casa del Señor,
descollando entre los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacía él confluirán las naciones,
3caminarán pueblos numerosos.
Dirán: Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas,
porque de Sión saldrá la ley;
de Jerusalén, la palabra del Señor.
4Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados;
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
ya no se adiestrarán para la guerra.
5Casa de Jabob, venid,
caminaremos a la luz del Señor.
Explicación.
2,2-5. Un movimiento de peregrinación festiva (Dt 16; Sal 122) se transforma en visión profética del futuro. Es espacio se proyecta en el tiempo, la lejanía se vuelve futuro remoto. El monte se vuelve centro de un doble movimiento: centrífugo de irradiación, de ley y palabra, centrípeto de concurrencia universal. El monte hace que el acceso sea ascenso, y se funden convergencia, progreso y ascensión en movimiento único y universal encabezado por la "casa de Jacob".
Todo el episodio de Babel queda anulado. Frente a torre soberbia, monte de la presencia de Dios: frente a confusión de lenguas, una "palabra" que todos comprenden; frente a dispersión, reunión. La profecía se cumple en Pentecostés (Hch 2).
2,2. La presencia del Señor hace que el monte sea culminante.
2,4. Los instrumentos de guerra se transforman en instrumentos de progreso pacífico. Jl 4,10.
2,5. El monte es como un faro luminoso, que alumbra y orienta a todo el mundo. Is 60.
1iQué alegría cuando me dijeron
«Vamos a la casa del Señor».
2Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
3¡Jerusalén!, construida como ciudad
bien unida y compacta,
4adonde suben las tribus,
las tribus del Señor;
según la costumbre de Israel,
a dar gracias al nombre del Señor.
5Allí reside el tribunal de justicia,
el tribunal del palacio de David.
6Saludad con la paz a Jerusalén:
Vivan tranquilos tus amigos;
7Haya paz en tus murallas,
tranquilidad en tus palacios.
8Por mis hermanos y compañeros
pido la paz para ti.
9Por la casa del Señor nuestro Dios
te deseo todo bien.
EXPLICACIÓN.
122 Género y situación. Canto a Jerusalén, extraído por etimología popular del material sonoro del nombre. Incluye una loa a la ciudad y una petición por ella. Forma grupo con 46, 48 Y 87. Unos peregrinos llegan a la ciudad, meta de su viaje físico y espiritual.
La paronomasia es un recurso de estilo que del sonido de los nombres propios saca significados; recurso querido y practicado por autores bíblicos, poetas y prosistas. El poeta toma el primer componente con el valor de "ciudad" yeru - 'iru. Es la Ciudad por excelencia: cfr. Ez 7,23; Sal 87,3. La segunda parte toma el valor obvio de paz: shalem - shalom. Otro recurso de estilo, que forma inclusión mayor y menor es la repetición: tres veces Jerusalén, casa, paz, Yhwh+ Yh.
122,1-2 Concentra los dos momentos extremos de la romería: el anuncio de la partida y la llegada, saltándose el viaje con su fatiga: cfr. Sal 84.
122,3-5 Predicados de la ciudad. Su trazado, con casas unidas formando calles; el templo donde se unen las tribus para alabar al Señor: cfr. Sal 65,2; la administración central de la justicia en un tribunal supremo. La imagen supone una nación unificada, con un centro religioso y político: ¿refleja una realidad. un recuerdo, una aspiración? Mucho depende de la datación del salmo.
122,6 La insistencia en "paz" y afines, el predominio de formas volitivas suenan como una movilización general para la paz. El peregrino pide que se cumpla el destino inscrito en el nombre de la ciudad: nomen omen. "Amigos": no los amantes de Os 2, sino los amadores de Is 66,10.
122,7 Murallas y palacios son otro aspecto llamativo de esta ciudad: Sal 48.14; Lam 2,7s.
122,8-9 La repetición anafórica de "por" en los dos versos une el vínculo humano de la hermandad y el religioso de la presencia del Señor en medio de ellos.
122,9 Ez 24,21.
Transposición cristiana.
Creo que se han de leer sobre el fondo de este canto de peregrinación las palabras de Jesús al avistar la ciudad: Lc 18,41-44. El destino de Jerusalén lo recoge la Iglesia celestial según Ap: tronos 20,4.11-15; belleza 21,11-21; doce (puertas) 21,12-14; no templo 21 ,22s.
Evangelio: Mateo 8:5-11
5 Al entrar en Cafarnaún se le acercó un centurión
6 rogándole:
- Señor, mi criado está echado en casa con parálisis, sufriendo terriblemente.
7 Jesús le contestó:
- Voy yo a curarlo.
8 El centurión le replicó:
- Señor, yo no soy quien para que entres bajo mi techo, pero basta una palabra tuya para que mi criado se cure.
9 Porque yo, que estoy bajo la autoridad de otros, tengo soldados a mis órdenes, y si le dijo a uno que se vaya, se va; o a otro que venga, viene; y si le dijo a mi siervo que haga algo, lo hace.
10 Al oír esto, Jesús dijo admirado a los que lo seguían:
- Os aseguro que en ningún israelita he encontrado tanta fe.
11 Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente a sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios;
EXPLICACIÓN.
Vuelta a Cafarnaún (4,13). El pagano es también religiosamente impuro. La salvación es universal, no reconoce fronteras entre hombres o pueblos. No hay acción de Jesús con el enfermo, sólo palabra: alusión al mensaje que será predicado entre los paganos después de su muerte-resurrección. Contraste con la poca fe de Israel (11-12).
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