jueves, 14 de abril de 2022

15 DE MAYO

 PRIMERA LECTURA. Hechos 14,21-27.

21 Después de anunciar la buena noticia en aquella ciudad y de ganar numerosos discípulos, regresaron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
22 afianzando el ánimo de los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe diciendo:
                   - Tenemos que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.
                   23 En cada comunidad les designaban responsables, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído.
24 Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia.
25 Predicaron el mensaje en Perge, bajaron a Atalía,
26 y de allí zarparon para Antioquía, su punto de partida, donde habían sido encomendados a favor de Dios para la obra que habían cumplido.
27 Al llegar, reunieron a la comunidad y se pusieron a contarles lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto a los paganos la puerta de la fe.

Explicación.

Él y Bernabé visitan a la inversa las comunidades antes fundadas, sin ser obstaculizados ya por los judíos (recuérdese v.19c) (21). Se nota ahora la mano de Bernabé (cf. 11,23); primera mención del reinado de Dios en la misión: éste no es una realidad de triunfo, se implanta en medio de la tribulación, que es inevitable (22, cf. Mc 10,30). Organización de las comunidades fundadas a la ida mediante el establecimiento de un consejo de presbíteros, a imitación de la iglesia de Jerusalén (23, cf. 11,30). Regreso a Antioquía, una vez cumplida la misión (26, cf. 13,2). Informan a la comunidad sobre el éxito de la misión en su doble vertiente: los beneficios divinos que han experimentado en su persona y la apertura al mundo pagano (27). 

SALMO. 145,8-13.

8EI Señor es clemente y compasivo, 
paciente y misericordioso.
9EI Señor es bueno con todos,
se compadece de todas sus creaturas.
10Que te alaben, Señor, todas tus creaturas, 
que tus leales te bendigan,
11que proclamen la gloria de tu reinado, 
que cuenten tus hazañas,
12explicando tus hazañas a los hombres, 
la gloria y majestad de tu reinado.
13Tu reinado es un reinado eterno,
tu gobierno, de generación en generación. 

Explicación.

145,8 Con leve variante repite la fórmula litúrgica tradicional, cuyo lugar clásico es Ex 34,6.

145,9 Todo cuanto Dios ha creado es objeto de su bondad y digno de su compasión o cariño: léase Sab 11,24.
145,10 La alabanza de todas las criaturas es el tema del salmo 148. De ellas se destaca el grupo de los "leales" o vasallos.
145,11-13 Los versos centrales recogen el título inicial, "Rey mío" e insisten en él. El salmo no piensa en un rey terreno ni en un territorio nacional con su capital: acepta la situación que precede y sigue a la monarquía. En compensación, se coloca en un reino más glorioso: divino, universal y perpetuo. En este puesto falta el verso de la letra N. Las versiones antiguas suponen un texto semejante al v. 17: "El Señor es de fiar en todas sus palabras, es leal en todas sus acciones".
SEGUNDA LECTURA. Apocalipsis 21,1-5.

1 Vi entonces un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía.
2 Y Vi bajar del cielo, de junto a Dios, a la ciudad santa, la nueva Jerusalén, ataviada como una novia que se adorna para su esposo.
3 Y oí una voz potente que decía desde el trono:

Ésta es la morada de Dios con los hombres;
él habitará con ellos
y ellos serán su pueblo (Ez 37,27).

Dios en persona estará con ellos
y será su Dios.
Él enjugará las lágrimas de sus ojos,
ya no habrá más muerte ni luto
ni llanto ni dolor,
pues lo de antes ha pasado.
5 Y el que estaba sentado en el trono dijo:
- Todo lo hago nuevo.
Y añadió:
- Escribe, que estas palabras son fidedignas y verídicas.

Explicación.

Visión del cielo y tierra nuevos, cf. Is 65,17. Nueva creación, definitiva, que no se opone a la antigua, pero que representa un salto cualitativo respecto a ella, en función de la nueva realidad del hombre y de su relación con Dios. No desaparece el mundo en la infinitud de Dios, se transforma en mundo de Dios, una vez eliminado todo lo que, debido a la alineación del hombre, le impedía ser transfigurado por el amor de Dios. El mar, concebido como el residuo del caos primitivo, no tiene lugar en el orden nuevo; cf. Is 51,9s (1).

Nueva visión (2). Idealmente, Jerusalén debía haber sido la ciudad cuyo centro era Dios, presente en el templo, pero había sido infiel a esta vocación; no es ella la que es glorificada. Nueva Jerusalén, cf. Is 60,1-9; 65, 18s; Ez 48,35; el prototipo de la nueva sociedad, don de Dios a los hombres, en la nueva creación; ciudad santa, santificada por la presencia divina. Como una novia: van a celebrarse las bodas del Cordero (19,7-9), símbolo de la relación de fidelidad y amor entre Jesús y la humanidad nueva.

La voz de Dios o de Jesús (desde el trono) (3-4): la ciudad misma es la morada de Dios (cf. Éx 29,45; Is 12,6; Ez 37,27; Zac 8,8), no necesitará un templo (cf. 21,22; Éx 25,8); ha terminado el misterio del santuario; la presencia de Dios no inspira temor; ellos serán su pueblo, formado ahora por hombres de todas las naciones (cf. 5,9s) (3). Amor y ternura de Dios; consuelo definitivo, cf. Is 25,8; 35,10; 65,16-19. Lo de antes, el doloroso proceso de la humanidad (4). 

Por primera vez en el libro se explicita que es Dios quien habla (5); pronuncia la palabra final, que cumple su designio. Juan debe comunicarlo a las comunidades (Escribe; cf. 1,11, orden de un ángel; 1,19, de Jesús; 14,13, de una voz potente; 21,5, de Dios). 

EVANGELIO. Juan 13,31-35.

31. Cuando salió, dijo Jesús:
-Acaba de manifestarse la gloria del Hombre y, por su medio, la de Dios;
32. y, por su medio, Dios va a manifestar su gloria y va a manifestarla muy pronto.

Código y distintivo de la nueva comunidad.

(Jn 13, 33-35)

33. Hijos míos, ya me queda poco que estar con vosotros. Me buscaréis, pero aquello que dije a los judíos: “Adonde yo voy, vosotros no sois capaces de venir”, os lo digo también a vosotros ahora.
34. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros.
35. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: en que os tenéis amor entre vosotros.

EXPLICACIÓN.

Jesús interpreta la salida de Judas (31-32), como había interpretado el lavado de los pies (13,12). Ha puesto libremente su vida en manos de sus enemigos, por amor al hombre, para salvarlo. Así manifiesta al máximo su gloria/amor, y el amor manifestado es el de Dios mismo, tan grande que, traducido por Jesús en términos humanos, llega al don de la propia vida por los hombres. En la primera parte (31) ocupa el primer plano la manifestación de la gloria/amor de Dios a través del de Jesús; en la segunda (32) se trata de la comunicación a los hombres de ese amor/gloria de Dios, el Espíritu, a través de Jesús. La gloria/amor de Jesús se manifiesta en dar su vida y expresa el amor de Dios al hombre. La de Dios se manifiesta en el don del Espíritu, que se hace por medio de Jesús.

Nota crítica: Se ha elegido la lectura corta, suprimiendo en v.32 la repetición: “Si la gloria de Dios se ha manifestado por su medio”, peor atestiguada que la omisión. 

33-35. Terminó de afecto (33: Hijos míos, lit. “hijitos”). El momento es emocionante, porque va a anunciar su próxima partida. Con esto, las palabras que siguen toman el carácter de testamento. Alusión a 8,21. En su itinerario nadie puede acompañarlo; nadie puede aún comprender la magnitud de su amor ni asociarse a él.

Ellos se quedan y él va a constituirlos en comunidad, dándoles su estatuto y su identidad. El mandamiento nuevo (34) se opone y sustituye a la Ley antigua. Diferencia entre las dos alianzas (1,17). Es nuevo en dos sentidos:

1) Por la norma que propone, el amor del Hijo único que posee la plenitud del Espíritu (igual que yo os he amado; cf 6,53: comer su carne y beber su sangre); cesa por insuficiente la antigua norma: “Amarás al prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18).

2) Por el contenido: en la antigua ley el hombre había de amar a Dios sobre todas las cosas (Dt 6,4s), pero con amor y fidelidad humanos; Dios estaba “separado” del hombre y podía ser “objeto” de amor. Ahora, Jesús comunica el Espíritu, la fuerza del amor de Dios mismo, que identifica con Jesús y con el Padre. Dios no exige que el hombre se entregue a él, él se entrega al hombre como fuerza de amor, por la que el hombre puede, a su vez, entregarse a los demás. Los discípulos aman siendo uno con el Padre y el Hijo (17, 21-23). Por eso el mandamiento de Jesús no prescribe ya el amor de Dios, sino el amor entre los hombres. No hay que amar “a Dios” o “a Jesús”, sino amar a los hombres “con y como Dios”, “con y como Jesús”.

En otras palabras: Respecto a Jesús y al Padre existe un amor de identificación, por la comunidad de Espíritu; el amor de entrega lo realiza el discípulo hacia los demás hombres.

El punto de referencia del mandamiento, igual que yo os he amado, acaba de explicarlo Jesús en las dos escenas precedentes: “amar” consiste en acoger, en ponerse al servicio de los demás para darles dignidad y libertad (lavado de los pies) y eso sin cejar ni desanimarse, respetando la libertad y respondiendo con amor al odio (episodio de Judas).

El amor que existe entre los suyos ha de ser visible (35) y será el signo distintivo de su comunidad. Lo que aprenden los discípulos de su maestro no es una doctrina, sino un comportamiento: no van a distinguirse por un saber particular ni van a comunicar a la humanidad una especulación sobre Dios. Van a mostrar la posibilidad del amor y de una sociedad nueva. La identidad del grupo no estará basada en observancias, leyes o cultos. Poniendo como único distintivo el amor desliga Jesús a los suyos de todo condicionamiento cultural: el amor es el lenguaje universal.

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