Primera Lectura: Sabiduría 3:1-9
1La vida de los justos está en manos de Dios
y no los tocará el tormento.
2La gente insensata pensaba que morían,
consideraba su tránsito como una desgracia,
3y su partida de entre nosotros, como destrucción,
pero ellos están en paz.
4La gente pensaba que cumplían una pena,
pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad;
5sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí;
6los probó como oro en crisol,
los recibió como sacrificio de holocausto;
7a la hora de la cuenta resplandecerán
como chispas que prenden por un cañaveral;
8gobernarán naciones, someterán pueblos,
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
9Los que confían en él comprenderán la verdad,
los fieles a su amor seguirán a su lado;
porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos
y mira por sus elegidos.
Explicación.
3-4 Se va desenvolviendo una terna de situaciones contrapuestas: muerte y vida (3,1-12), esterilidad y fecundidad (3,13-4,6), vida breve y larga (4,7-19).
3,1-12. Toma al justo donde lo dejaron los malvados: condenado y muerto. ¿Queda algo de él? En la convicción de los malvados el asunto ha terminado, han probado su tesis sobre la inutilidad de la justicia. El autor abre un nuevo acto con una nueva situación: la muerte no es el último suceso en la vida del justo, sino que abre un entreacto hacia la nueva situación, definitiva.
El autor asegura la continuidad con una serie de repeticiones verbales (en griego) o sinonímicas. Los malvados hacían una prueba con el justo (2,17.19); en realidad, era Dios quien lo sometía a prueba (3,5.6); lo sometían a tormentos (2,19), pero el tormento no lo tocó (3,1), la vida era una chispa (2,2), la nueva vida es un incendio glorioso (3,7), los malvados atropellaban al desvalido (2,10), los justos someten a los pueblos (3,8), los malvados declaraban inútil al débil (2,11), ahora se ve que sus obras son inútiles (3,11); el justo miraba al malvado como escoria (2,16), ahora el justo es oro acrisolado (3,6), el justo estaba en manos del malvado (2,18), ahora está en la mano de Dios (3,1). La "esperanza" (4) hace comprender la verdad (9).
3,1 Recuérdese Sal 31,6.16.
3,2 Es el juicio errado de 1,3.5; 2,1.21. Llama a la muerte del justo "tránsito, partida" (Lc 9,31; 22,22): más que eufemismos, son los nombres apropiados.
3,3 No es sólo la paz negativa de acabar (Job 3,13-19; Eclo 41,2), sino la paz positiva y plena: vv. 8-9.
3,4 "Castigados", palabra frecuente en el libro, en contextos de retribución. Una esperanza llena (Heb 6,11); "Inmortalidad": 1,15.
3,5 La desproporción, como en Rom 8,18. El verbo griego indica el sufrimiento impuesto por el educador. "Dignos de Dios" es expresión audaz y magnífica: compárese con Mt 10,37; 22,6; Lc 15,19.10,37. Podría entenderse de la imagen de Dios, que el justo ha sabido conservar (2,23), compárese con Lc 15,19.
3,6 "Como oro": Eclo 2,5; Sal 66,10; Is 1,25; 48,10; Zac 13,9; 1 Pe 1,7. "Como holocausto": indicando la totalidad de entrega y aceptación y el carácter cúltico de esa entrega, Sal 51,19; cfr. Dn 3,39.
3,7 La imagen del esplendor es escatológica en Dn 12,3 (brillo de astros); Is 60 y 62 (de Jerusalén). Si el cañaveral alude a Abd 18 o a Zac 12,6, entonces la segunda imagen habla del triunfo de los justos sobre los malvados.
3,8 En textos escatológicos y apocalípticos hebreos es común hablar del triunfo final de Israel, constituido señor de todos los pueblos, bajo el reinado inmediato del Señor su Dios. Compárese con 1 Cor 6,2 (que da por sabida la doctrina); Ap 20,4-6 (el reino de mil años con Cristo); Ap 2,26.
3,9 Formula con brevedad y densidad la relación mutua de amor.
Ez 34; Jn 10
1 El Señor es mi pastor: nada me falta.
2 En verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
3 y repara mis fuerzas;
me guía por senderos oportunos
como pide su título.
4 Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo: Tú vas conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.
5 Me pones delante una mesa
frente a mis enemigos.
Me unges con perfume la cabeza,
mi cabeza rebosa.
6 Tu bondad y lealtad me escoltan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por días sin término.
Explicación.
23. Este salmo es uno de los favoritos del salterio: por la tradición de David pastor y por la culminación en la imagen del Buen Pastor. También por su sencillez y riqueza: en dos imágenes o escenas de conjunto comprime un número inesperado de símbolos elementales. Las imágenes son dos: el pastor en 1-4, el anfitrión en 5-6. El verso central, 4b, se une a lo que precede por la imagen, a lo que sigue por la aparición de la segunda persona.
La imagen del pastor está desarrollada con realismo y concreción, por medio de rasgos breves que evocan la escena. Hay que dejarse conducir por la imaginación, sin espiritualizar: el césped verde con una fuente, para tumbarse, reposar y recobrar fuerzas; las roderas del camino, la cañada al oscurecer, la vara que encamina con un toque y el callado que golpea rítmica y sonoramente el suelo. La imagen suelda dos planos de significado en una arista común, desde la cual se dominan ambas vertientes en mirada simultánea. Lo dicho de las ovejas vale del hombre; lo personal se adelanta a primer plano en el "tú vas conmigo".
La imagen libera varios símbolos, arquetípicos o culturales. La imagen del pastoreo se inscribe en las relaciones del hombre con los animales, dominados y domésticos. El verde aplaca los ojos, revela a la tierra materna y acogedora. El agua quita la sed y suscita energía vital. El caminar es experiencia radical. La oscuridad evoca miedos infantiles y temores no aclarados; en ella se siente con más fuerza la presencia amiga. La potencia simbólica de estos rasgos no se agota en la primera lectura.
La imagen del huésped. En la cultura nomádica es fundamental la hospitalidad. Podemos imaginar un fugitivo de su clan que pide asilo. El jeque lo acoge en su tienda, le ofrece protección, comida y bebida, ungüentos aromáticos. Al observar la escena los enemigos perseguidores se detienen en la puerta o cortina: el jeque lo protege. Cuando ha terminado, el jeque le ofrece una escolta que lo acompañe en el camino hasta casa, que es la casa del Señor. Esta parte añade los símbolos de comer y beber.
Las tradiciones del éxodo nos dan una clave para comprender la unidad de las dos imágenes: el Señor guía a su pueblo por el desierto como a un rebaño, buscándole agua y comida y reposo. Cuando llegan a la tierra prometida, el Señor los recibe como anfitrión en su territorio: Éx 15,13; Sal 68,11; 77,21. Dos veces el poeta interrumpe el descanso con el camino, no lo contrario. ¿Toda la vida en camino o una morada final en el templo? El poema termina con una tensión no resuelta, como si una y otra vez se volviera a empezar.
23,1 Es frecuente la imagen de Dios pastor: Sal 78,52; 80,2; Is 40,10s; Jr 23,4.
23,3 El hebreo shem puede significar nombre, título, fama. Aquí encaja mejor lo segundo.
23,4 "Me sosiegan": el verbo es frecuente en Is II: 40,1; 49,13; 51,3.12.19; 52,9.
23,5 El uso de perfumes en los banquetes está atestiguado abundantemente.
23,6 "Bondad y lealtad" personificados como escolta.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
Jn 10,1-18 presenta a Jesús como el bueno o auténtico pastor (Ez 34). La primera carta de Pedro sintetiza en la imagen cristología con eclesiología: 2,25; 5,2-4. A partir de esos datos se puede conducir una reflexión sobre símbolos del salmo y sacramentos.
Evangelio: Juan 6:37-40
37. Todo lo que el Padre me entrega llega hasta mí, y al que se acerca a mí no lo echo fuera,
38. porque no he bajado del cielo para realizar un designio mío, sino el designio del que me envió.
39. Y éste es el designio del que me envió: que de todo lo que me ha entregado no pierda nada, sino que lo resucite el último día.
40. Porque éste es el designio de mi Padre, que todo el que reconoce al Hijo y le presta adhesión tenga vida definitiva, y lo resucite yo el último día.
EXPLICACIÓN.
Lo han tenido delante, pero no descubren el sentido de la acción de Jesús. Desean el pan, pero no dan el paso. Quieren recibir, pero se niegan a amar.
Explica Jesús lo dicho anteriormente usando un lenguaje diverso. El tema de este pasaje es el central en el Evangelio: Jesús, dador de vida (1,4; 3,14s; 4,14.50; 5,21.25s.40, etc). Bajado del cielo (38), el origen de Jesús, el Hombre-Dios, está en la esfera divina: la bajada del Espíritu (1,32) hizo de él la presencia del Padre entre los hombres. Identificación con el Padre e identidad de designio: comunicar vida al hombre (39). La expresión neutra todo lo que subraya la unidad que forman los que se adhieren a Jesús: no son individuos aislados, sino un cuerpo. El último día, en que termina el mundo antiguo y se inaugura el nuevo, es el día de la muerte de Jesús (cf. 7,37-39). Es entonces, con la entrega del Espíritu (19,30.34), cuando concede a los hombres la resurrección, es decir, la vida definitiva que supera la muerte (37-40).
SÍNTESIS.
La multitud se queda en el materialismo. Quiere tener cubiertas sus necesidades, pero sin esfuerzo personal. No se da cuenta del proyecto de Jesús, la creación de una sociedad alternativa compuesta de hombres libres e iguales. En esa sociedad, la abundancia será el fruto de la solidaridad de unos con otros. Prefieren renunciar a su libertad, y con ella a su crecimiento, cediendo el poder al que se preocupe de asegurarles el sustento.
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