viernes, 8 de noviembre de 2024

LECTURAS DEL SÁBADO 9 DE NOVIEMBRE DEL 2024

Primera Lectura: Ezequiel 47:1-2, 8-9, 12

EZEQUIEL

El manantial del templo (Jl 4,18; Zac 14,8; Sal 46,5)

1Me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. 2Me sacó por la puerta septentrional y me llevó por fuera a la puerta del atrio que mira a levante. 8Me dijo:
-Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas pútridas y lo sanearán. 9Todos los seres vivos que bullan, allí donde desemboque la corriente tendrán vida, y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas quedará saneado el mar y habrá vida donde quiera que llegue la corriente. 12A la vera del río, en sus dos riberas, crecerá toda clases de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.

EXPLICACIÓN.

47,1. El agua avanza hacia oriente, quizá por ser esa zona más árida, quizá imaginando un emplazamiento oriental del paraíso (cfr. Gn 13,10).

47,8-9. Renace prodigiosamente la vida, como en una nueva creación: Gn 1,20s. El agua dulce (Apsu) vence al agua salada (Tehom).

47,12. La zona se transforma en paraíso. Los frutos de todos sus árboles serán comestibles, las hojas medicinales alejarán la muerte.

2 Dios es para nosotros refugio y fortaleza,
auxilio en los asedios, del todo disponible.
3 Por eso no tememos aunque se trastorne la tierra
y los montes vacilen en alta mar.
5 Un río cn sus acequias alegra
la ciudad de Dios:
santuario de la morada del Altísimo.
6 Con Dios en medio de ella, no vacila:
al despuntar la aurora la auxilia Dios.
8 El Señor de los ejércitos está con nosotros ,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
9 Venid a ver las obras del Señor,
los espantos que provocan en la tierra:

Explicación.

46,2-4 La tierra, firmemente fundada por Dios sobre las aguas (Sal 24,2; 136,6), "se trastorna": se contagia de la movilidad y agitación oceánica. Los montes, aplomados para siempre (Sal 65,7), tiemblan y son engullidos por el océano. Predominan los efectos sonoros sobre los visuales. Como en un diluvio desde abajo (Gn 7,11), parece que vamos a volver al caos primordial: ¿queda un arca de salvación? La ciudad no teme, porque dispone de un refugio no fabricado por hombres: Dios en persona.

46,5-8 Hay una ciudad "divina" (Sal 87,3; Is 60,14) en la cual el agua desempeña la función benéfica opuesta. Con un río o corriente que se reparte en acequias (cfr. Sal 137,2). Agua apacible y fecundadora, a la que no alcanza la agitación agresiva del océano; agua una y plural que alegra y festeja a la ciudad. Compárese con Is 33,17-24.

46,6-7 A la ciudad se acerca un asedio estrecho: está dicho con el lenguaje de la agresión cósmica. A defenderla sale su Campeón: "Al despuntar la aurora" suceden el asalto y la derrota (Jos 8,10; Jue 20,19; Is 17,14 etc). Un trueno teofánico (Jr 25,30; Jl 2,11), voz de Dios, sacude la tierra y desbarata al enemigo.

46,9-11 La tercera estrofa inscribe su material etre dos binas de imperativos: "venid y presenciad", dirigido a los vecinos de la ciudad; "rendíos y reconoced", dirigido a los agresores. El Señor se reserva toda la actividad, la comunidad es invitada a "presenciar": como en Éx 14,13s.31. Y Dios no se contenta con derrotar al enemigo, porque quiere acabar también con la guerra y sus pertrechos. Compárese con Is 2,1-4.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

En clave cristológica, los autores antiguos se fijan en la exaltación de Jesucristo resucitado y en la corriente de agua que brota de él. En clave eclesiológica, lo refieren a la Iglesia terrestre, que tiene presente al Señor, y a la celste, según Ap 22.

Segunda Lectura: I Corintios 3:9-11, 16-17
9Es decir, nosotros trabajamos juntos para Dios; labranza de Dios, edificio de Dios sois vosotros.
            10Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, pero otro levanta el edificio. 11Ahora que atención cada cual a cómo construye; porque un cimiento diferente del ya puesto, que es Jesús Mesías, nadie puede ponerlo, 
16¿Habéis olvidado que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? 17Si uno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros.

Explicación.

Cada predicador es responsable de su trabajo (8), pero la obra es común (9).

           Trabajo sucesivo de varios predicadores. Pablo, iniciador de la comunidad de Corinto(coloqué el cimiento) (10). Una comunidad cristiana ha de estar fundada en Jesús, como persona y mensaje (11);

Continúa la metáfora de la construcción. Era lugar común llamar a la comunidad templo "espiritual"; el que crea división destruye ese templo y él mismo se destruye. Pablo usa el lenguaje del AT, donde el efecto en el individuo del mal que comete se atribuye a castigo divino (16-17).

Evangelio: Juan 2:13-22
LA PRIMERA PASCUA
Sustitución del Templo.
Jesús, nuevo santuario.

13. Estaba cerca la Pascua de los Judíos y Jesús subió a Jerusalén.
14. Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas instalados,
15. y haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes; a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas
16. y a los que vendían palomas les dijo:
- Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios.
17. Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: “ La pasión por tu casa me consumirá”.
18. Respondieron entonces los dirigentes judíos, diciéndole:
- ¿Qué señal nos presentas para hacer estas cosas?
19. Les replicó Jesús:
- Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré.
20. Repusieron los dirigentes:
- Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario, y ¿tú vas a levantarlo en tres días?
21. Pero él se refería al santuario de su cuerpo.
22. Así, cuando se levantó de la muerte se acordaron sus discípulos de que había dicho esto y dieron fe a aquel pasaje y al dicho que había pronunciado Jesús.

EXPLICACIÓN.

13-22. La nueva relación entre Dios y los hombres (2,1-11) comporta la desaparición de las instituciones que pertenecían a la antigua. En primer término, la del templo; desde ahora, el lugar donde Dios se manifiesta y desde donde actúa es el hombre mismo.

La Pascua de los Judíos (13) (no “la Pascua del Señor”; cf Éx 12,11.48; Lv 23,5; Nm 9,10.14; Dt 16,1, etc.) es la fiesta oficial, que no conserva el carácter liberador de la antigua Pascua.

El templo (14), centro religioso y símbolo nacional de Israel, convertido en lugar de comercio y explotación. El azote de cuerdas (15) era símbolo mesiánico. Jesús se presenta como Mesías cuando está próxima la fiesta de Pascua y acuden peregrinos a Jerusalén. Anuncia su propósito de sacar (éxodo) al pueblo (representado por las ovejas), cf 10,1ss; Ez 34) fuera de la institución religiosa (15) de la que es víctima. Los cambistas representan el sistema bancario del templo y el tributo que todos los judíos habían de pagar. Principales acusados, los vendedores de palomas (16); la paloma se usaba para los sacrificios expiatorios, en particular de los pobres; como en la figura de las tinajas (2,6), se prometía vanamente la reconciliación con Dios, mientras se explotaba económicamente a los más débiles (cf 1,32; el Espíritu/paloma comunicación de Dios con el hombre). Los vendedores son figura de la jerarquía del templo, que explotaba a los pobres con el fraude de lo sagrado. El Dios del templo ya no es el Padre, sino el dinero (16): templo idolátrico. Mi Padre: nueva afirmación mesiánica (cf. Sal 2,7). La relación con Dios ya no es religiosa, sino familiar (Padre); no de temor, sino de amor y confianza.

Los discípulos (17) interpretan el gesto en clave de celo de Elías (1 Re 19,10.14.15-18; 2 Re 10.1-28; Mal 3,1ss.23; Eclo 48,1-11). Ven en Jesús un Mesías que va a reformar las instituciones por la violencia.

Los dirigentes del templo (18), representados antes por los vendedores, no hacen caso de la exhortación de Jesús; le piden sus credenciales como Mesías. La función del templo era significar la presencia activa de Dios (cf. Éx 40,34-38). Ellos la han anulado, haciendo del templo un mercado. Jesús, en quien habita la gloria/Espíritu (1,14), es el nuevo santuario que invalida todos los anteriores. Matando a Jesús (19), los dirigentes intentarán eliminar definitivamente la presencia de Dios, al que ya han desalojado del templo. La expresión cuerpo/persona, usada en Jesús (21) (cf. 19,31.38.40; 20,12), es extensible a los que posean el Espíritu (7,38; 19,34) (21).

Solo cuando Jesús resucite comprenderán los discípulos que su celo lo había llevado a dar la vida por los hombres, no a quitar la vida a otros. A todo lo largo del relato evangélico, la adhesión a Jesús (2,11) coexiste en los discípulos con la interpretación errónea de su misión (22).

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