Primera Lectura. 1 Juan 5,5-13.
5Pues, ¿quién puede vencer al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
6Éste es el que pasó a través de agua y sangre, Jesús Mesías. No se sumergió en el agua solamente, sino en el agua y en la sangre, y es el Espíritu quien está dando testimonio, porque el Espíritu es la verdad. 7Son tres los que dan testimonio: 8el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres coinciden.
9Si aceptamos el testimonio humano, el testimonio de Dios tiene más fuerza; porque ése es el testimonio de Dios, que ha dejado su testimonio acerca de su Hijo.
10Quien mantiene su adhesión al Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo; quien no da fe a Dios lo deja por embustero, por negarse a dar su adhesión al testimonio que ha dejado Dios acerca de su Hijo. 11 Y éste es el contenido del testimonio: que Dios nos ha dado vida definitiva, y esta vida está en su Hijo: 12quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
13Me he propuesto con esta carta que vosotros, los que prestáis adhesión a la persona del Hijo de Dios, estéis ciertos de que tenéis vida definitiva.
EXPLICACIÓN.
Esto no es difícil cuando se desprecian los valores del mundo. Tal es la victoria que da la fe/adhesión a Jesús (cf. Jn 16,33): reconociéndolo por Hijo de Dios se adoptan sus valores, contrarios a los del orden injusto (3b-5).
6-12. Párrafo claramente antignóstico. Jesús, el Mesías, no pasó únicamente a través del bautismo (agua), donde recibió el don de Dios, la unción del Espíritu, sino que respondió a ese don dando su vida por los hombres(sangre); el memorial de su entrega es la eucaristía. Se sumergió, implícito en la prepos. gr. en, cf. 1 Cor 10,2; la muerte, considerada como otra inmersión, cf. Mc 10,38s. El Espíritu de Dios sigue dando testimonio de que Jesús significa amor hasta el fin; el Espíritu es la verdad, cf. 4,6: «el espíritu de la verdad" (6); da su testimonio a través de los mensajes inspirados (la profecía), en el bautismo (agua) y en la eucaristía (sangre) (7-8). La adición de la Vulgata clementina sobre los tres testigos celestes, el Padre, la Palabra y el Espíritu Santo, no se halla en los códices griegos y, entre los latinos, sólo se lee en algunos códices españoles. Es probable que su origen sea africano.
Ese testimonio vivo y permanente en la comunidad tiene más fuerza que cualquier otro, pues está dado por Dios mismo (9). Pero, además, Dios da su testimonio dentro de cada uno de los fieles (10; cf. 2,20.26s), y este testimonio consiste en la experiencia de una calidad de vida (el Espíritu) que dimana de la adhesión a Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías que murió por los hombres (11-12).
Para el autor, el cristianismo no se define solamente por la experiencia interior de Dios, por la devoción o por la aspiración y el esfuerzo por una perfección interior; es una experiencia de vida y amor divino a través de Jesús, el Ungido, que transforma la conducta y se expresa necesariamente en el amor a los demás hombres. Si no se traduce en conducta, el cristianismo es espurio.
Propósito de la carta: asegurar a los lectores de que la fe/adhesión a Jesús Mesías y la práctica del amor fraterno son la vida definitiva (13).
Salmo 147,12-15.19-20.
12Glorifica, Jerusalén, al Señor,
alaba a tu Dios, Sión,
13que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y bendice a tus hijos dentro de ti;
14que ha puesto paz en tus fronteras
y te sacia con flor de harina,
15que envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre velozmente;
19Anuncia su mensaje a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel.
20Con ninguna nación obró así
ni les dio a conocer sus mandatos. ¡Aleluya!
Explicación.
147,13 Supone la amenaza exterior: Neh 3. Bendice: con la fecundidad.
147,14 Paronomasia con el nombre de la capital: Sal 122.
147,15-18 Llega la estación invernal. En manos de Dios los meteoros hostiles resultan domésticos: lana blanca y protectora, ceniza, resto de un fuego de hogar, mendrugos, restos de pan. Más importante el dominio de Dios que, en su sazón, con un soplo, sacude el letargo invernal: compárese con Eclo 43,17-22. Del mismo modo controla los inviernos de la historia.
147,19 La terna "mensaje, decretos y mandatos" remite al Dt e implícitamente a la alianza.
147,20 La leyes privilegio de Israel: Dt 4,8; Bar 4,1-4.
Transposición cristiana.
Es tradicional que Jerusalén represente a la Iglesia terrestre y a la celeste, de donde la lectura del salmo en dos claves complementarias. La palabra que viene a la tierra y corre veloz es el Hijo de Dios en la encarnación; como palabra se prolonga en la predicación del evangelio.
EVANGELIO: 3 OPCIONES.
1ª OPCIÓN: Marcos 1,7-11.
7Y proclamaba:
-Llega detrás de mí el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para agacharme y desatarle la correa de las sandalias. 8Yo os he bautizado en agua, él os bautizará con Espíritu Santo.
Jesús: Bautismo e investidura (Mt 3,13-4,11; Lc 3,21-4,13)
9Sucedió que en aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán.
10Inmediatamente, mientras salía del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar como paloma hasta él. 11Hubo una voz del cielo: -Tú eres mi Hijo, el amado, en ti he puesto mi favor.
Explicación.
Juan, descrito con los rasgos de Elías (2 Re 1,8), supuesto precursor del Mesías (Mal 3,23), anuncia la sustitución de la alianza (cf. 14,24), pues e! papel de Esposo (cf. 2,19s), propio de Dios en el AT (Os 2,4ss; ls 54,62; Jr 2; Ez 10), corresponde ahora a Jesús (no soy quién para ... desatarle la correa de la sandalia, cf. Rut 3,5-11). Misión del Mesías, infundir el Espíritu (cf. Is 44,3-5; Ez 36,26-28), que consagra al hombre en la fidelidad a Dios (Santo/santificador): aspecto individual del reinado de Dios.
En aquellos días Jr 31,31.33, de la nueva alianza; Jl 3,2, de la efusión del Espíritu), la época del cumplimiento de las promesas. Presentación de Jesús, el protagonista del Evangelio. Procede de Galilea, no, como se esperaba, de Judea; en concreto, de Nazaret, en la zona montañosa de Galilea, donde se mantenía vivo el espíritu nacionalista violento (9). Con su bautismo muestra su solidaridad con el movimiento de protesta comenzado por Juan y con su exhortación al cambio de vida. Su bautismo, sin embargo, no significa una muerte al pasado (no hay confesión de pecados), sino un compromiso de entrega por el bien de los hombres que incluye la disposición a dar la vida por ellos (cf. 10,38s) (10).
Respuesta celeste al compromiso de Jesús: plena y permanente comunicación de Dios a Jesús (rasgarse el cielo); Dios le comunica la plenitud de su vida/fuerza (el Espíritu, unción mesiánica, cf. Is 11,9s; 42,1-4; 61, ls). Paloma remite a la primera creación (Gn 1,2: «el Espíritu del Señor se cernía sobre las aguas»): el Espíritu termina la creación llevando a Jesús a la plenitud humana (el Hijo del hombre = e! Hombre) (10). La voz del cielo declara a Jesús, e! Hombre, Hijo de Dios (rey Mesías, cf. Sal 2,7), amado (nuevo Isaac, cuya entrega acepta el Padre, cf. Gn 22,2), objeto del favor divino (Servidor de Dios: Is. 42,1, con misión universal: Is. 49,1-13, y que da su vida para realizada: Is. 50,4-9; 51,1-8; 52,13-53,12). Investidura mesiánica, pero de un Mesías muy diferente del “hijo/sucesor de David" (10,47s; 11,9s; 12,35-37) esperado. Está presente el que es más fuerte que Juan (1,7) (11).
2ª OPCIÓN: Lucas 3,23-38. 3ª OPCIÓN: Lucas 3,23.31-34.36.38
23 Así, también él, Jesús, comenzaba a los treinta años; se pensaba que era hijo de José, el de Elí,
24 el de Matat, el de Leví, el de Melquí, el de Jannai, el de José,
25 el de Matatías, el de Amós, el de Nahún, el de Hesli, el de Nagai,
26 el de Maat, el de Matatías, el de Semeín, el de Josec, el de Jodá,
27 el de Joanán, el de Resá, el de Zorobabel, el de Salatiel, el de Nerí,
28 el de Melqui, el de Addí, el de Cosán, el de Elmadán, el de Er,
29 el de Jesús, el de Eliezer, el de Jorín, el de Matat, el de Leví,
30 el de Simeón, el de Judá, el de José, el de Joná, el de Eliacín,
31 el de Meleá, el de Mená, el de Matatá, el de Natán, el de David,
32 el de Jesé, el de Jobed, el Booz, el de Salá, el de Naasón,
33 el de Aminadab, el de Admín, el de Arní, el de Esrón, el de Fares, el de Judá,
34 el de Jacob, el de Isaac, el de Abrahán, el de Tara, el de Nacor,
35 el de Seruc, el de Ragau, el de Falec, el de Eber, el de Salá,
36 el de Cainán, el de Arfaxad, el de Sem, el de Noé, el de Lámec,
37 el de Matusalén, el de Henoc, el de Járet, el de Malallel, el de Cainán,
38 el de Enós, el de Set, el de Adán, el de Dios.
Explicación.
Treinta años (23), edad del pleno vigor, la edad de David al comenzar su reinado (2 Sm 5,4); se pensaba, etc.: Jesús no procede de Dios a través de Adán y José, sino directamente, como principio de una humanidad nueva (1,35); "ser hijo": ser fiel a la tradición recibida del padre y tomar a éste por modelo; Jesús no tiene más modelo que Dios mismo y de él vendrá su mensaje. Asume la historia anterior, pero no es producto de ella; es novedad absoluta, aunque oculta. La genealogía consta de 77 nombres, que forman once septenarios o "semanas", la edad final del mundo (4 Esd 14,11s lat.). Dios fue el origen y verdadero padre de la antigua humanidad; la concepción de Jesús, de nuevo por obra de Dios, ha sido el origen de la nueva.
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