Primera Lectura: Deuteronomio 4, 1-2. 6-8
DEUTERONOMIO.
1Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño; así viviréis y entraréis y tomaréis posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. 2No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; cumplid los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. 6Ponedlos por obra, que ellos serán vuestra prudencia y sabiduría ante los demás pueblos, que al oír estos mandatos comentarán: “¡Qué pueblo tan sabio y prudente es esa gran nación!” 7Pues ¿qué nación grande tiene un dios tan cercano como está el Señor, nuestro Dios, cuando lo invocamos? 8Y ¿qué nación grande tiene unos mandatos y decretos tan justos como esta ley que yo os promulgo hoy?
EXPLICACIÓN.
4,1-2. El comienzo puede leerse como consecuencia de la historia contada por Moisés, pero las fórmulas “escucha” (5,1; 6,4; 9,1), “mandatos y decretos”, “ahora” (10,12). El título “Dios de vuestros padres” alude a la promesa patriarcal. La entrada en la tierra está condicionada, como en 8,1.
4,6-7. Sabiduría o sensatez y prudencia son cualidades humanas, internacionales, cultivadas y estimadas por otros pueblos. Israel posee una sensatez propia, recibida de Dios como orden de vida (véase la identificación en Eclo 24,23; Bar 4,1). Una vida según los preceptos será testimonio ante el resto de las naciones; por ella Israel será reconocido como “gran nación” –esto se dice cuando los judíos forman una pequeña provincia del gran imperio persa-. En el cumplimiento de esa ley, más que en el templo, Israel tendrá a su Dios cercano. Lo puede invocar, pronunciando su nombre, sin necesidad de imágenes, con una relación más personal y exigente. Is 55,6.
4,8. Ni los famosos códigos de otros pueblos (p.ej. el de Hammurabi) se pueden comparar con el código legal de Israel, que es un humanismo revelado y garantizado por Dios.
Salmo: 15,2-5
2 El de conducta intachable
y que practica la justicia;
3 el que dice la verdad sinceramente
y no calumnia con su lengua;
el que no hace mal al prójimo
y no difama a su vecino;
4 el que desprecia al que Dios reprueba
y honra a los fieles del Señor;
5 el que no presta dinero a usura
y no acepta soborno contra el inocente.
El que obra así nunca fallará.
EXPLICACIÓN.
Suelen considerar este salmo como una liturgia de entrada en el templo: un grupo de fieles acude al recinto del templo; a la puerta son recibidos por un levita experto en la ley; la comitiva, por boca de su jefe, hace la pregunta ritual: ¿quién puede...?, y el encargado responde con una lista ética. Pero hay que notar que no hablan de entrar, sino de "habitar": cfr Jr 35,2; Ez 42; además la lista ética es poco diferenciada. Juntan este salmo al 24 y a Is 33,14-16.
Cabe también considerar el salmo como reflexión personal estilizada en forma de pregunta y respuesta. Hospedarse puede simbolizar la unión con Dios.
En la composición llama la atención que la respuesta final "no fallará" no parece responder a la pregunta inicial. Para coordinarlas hay que concebir el templo como lugar de seguridad; o la consistencia espiritual como equivalente de morar en el templo. En todo caso, las exigencias éticas, deberes con el prójimo, son condición de la práctica religiosa: compárese con Jr 7,1-15.
15,2-5 Enumera once condiciones, si se juntan dos, resulta un decálogo. La primera es genérica, como Sal 84,12: Prov 28,18. También la segunda, ya que "justicia" abarca casi todas las relaciones humanas. La tercera habla de una sinceridad "mental", contrastada con la calumnia oral de la cuarta. La quinta, no hacer mal al prójimo, es genérica.
15,4 Tomo como antítesis de complementarios la séptima y octava. Interpreto la séptima a la luz de Sal 139,21s: el hombre respeta y secunda la valoración de Dios. Alternativa: "quien se tiene por despreciable" como actitud humilde. La novena responde a normas legales sobre juramentos: véanse Lv 5,4; 27,10.33.
15,5 La décima responde a normas éticas, Prov 28,8, y a leyes promulgadas: Éx 22,24; Lv 25,37; Dt 23,20s. Otro tanto la undécima: Prov 17,23; Éx 23,8; Dt 16,19; Is 5,23 etc.
No vacilar, ser inconmovible: puede referirse a la posición y al puesto. La posición vertical indica la vida, la caída es la muerte: cfr. Ez 37. El puesto puede ser del personal en el templo, del israelita en la tierra.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
La clave consiste en leer monte Sión como símbolo de la nueva ciudad, la Iglesia terrestre y celeste.
Segunda Lectura: Santiago 1, 17-18. 21b-22.27
17del padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. 18Por propia iniciativa nos engendró con el mensaje de la verdad, para que fuéramos en cierto modo primicias de sus criaturas.
21b y aceptad dócilmente el mensaje plantado en vosotros, que es capaz de salvaros. 22Llevad a la práctica el mensaje y no os inventéis razones para escuchar y nada más, 27Religión pura y sin tacha a los ojos de Dios Padre, es ésta: mirar por los huérfanos y las viudas en sus apuros y no dejarse contaminar por el mundo.
EXPLICACIÓN.
Dios creador, que no cambia, da siempre lo bueno y, en primer lugar, el evangelio, que constituye a la comunidad cristiana en anticipo y prenda de la salvación universal (16-18).
Quitar los obstáculos al mensaje, para que éste sea eficaz (21). Traducido en la práctica y no buscar pretextos para separar el conocimiento de la acción (cf. Mt 7,24-27) (22-24).
para exponer la tesis, ya común en la piedad judía, sobre la verdadera religiosidad, que no consiste en palabras devotas (cf. Mt 7,21), sino en interesarse por los desvalidos y no hacerse cómplice de la injusticia del mundo (26-27).
Evangelio: Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23
1Se congregaron alrededor de él los fariseos y algunos letrados llegados de Jerusalén 2y notaron que algunos de sus discípulos comían los panes con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos.
3Es que los fariseos, y los judíos en general, no comen sin lavarse las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores; 4y, al volver de la plaza, no comen sin antes hacer abluciones; y se aferran a otras muchas cosas que han recibido por tradición, como enjuagar vasos, jarras y ollas.
5Le preguntaron entonces los fariseos y los letrados:
-¿ Por qué razón no siguen tus discípulos la tradición de los mayores, sino que comen el pan con manos impuras?
6Él les contestó:
-¡Qué bien profetizó Isaías acerca de vosotros los hipócritas! Así está escrito:
Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
7 El culto que me dan es inútil,
porque la doctrina que enseñan
son preceptos humanos (Is 29,13).
8Dejáis el mandamiento de Dios para aferraros a la traición de los hombres.
14Y convocando esta vez a la multitud les dijo:
-¡Escuchadme todos y entended! 15Nada que entra de era puede manchar al hombre; no, lo que le sale de dentro es lo que mancha al hombre.
21porque de dentro, del corazón del hombre, salen las malas ideas: incestos, robos, homicidios, 22adulterios, codicias, perversidades, fraudes, desenfreno, envidia, insultos, arrogancia, desatino. 23Todas esas maldades salen de dentro y manchan al hombre.
EXPLICACIÓN.
La estricta observancia de los ritos de purificación caracteriza a los judíos (3, primera vez en Me), representados por los fariseos (3); establecen así una discriminación dentro del mismo pueblo (4: al volver de la plaza). Los discípulos no reconocen ya discriminación dentro de Israel (2, los panes, alusión a los compartidos con la multitud marginada, 6,41), aunque siguen en su mentalidad nacionalista (6,52) y la mantienen respecto a los paganos (travesía). La Ley de lo puro/impuro da a Israel el sentido de superioridad sobre los demás pueblos. Por eso, para preparar la ida de Jesús fuera del territorio israelita (7,24) Y el reparto del pan a los paganos (8,1-9), coloca Mc en el centro de la sección la denuncia que hace Jesús de la tradición del judaísmo y su nueva definición de pureza e impureza.
Los fariseos, apoyados por letrados de Jerusalén; continúa la vigilancia del centro sobre Jesús (cf 3,22) (1). El lavado de los fariseos no era solamente higiénico, sino religioso, según un complicado ritual (3-4). Se escandalizan de la conducta de los discípulos, que han roto con la tradición de los mayores (5); en boca de fariseos, ésta es la supuesta tradición oral comunicada por Dios a Moisés en el Sinaí, transmitida por éste a Josué y después de generación en generación; le atribuían la misma autoridad divina que a la tradición escrita.
Invectiva de Jesús. Ve realizarse en letrados y fariseos el texto de Is 29,13 LXX: culto hipócrita a Dios, manifestado con signos exteriores (labios), que encubre un alejamiento de su designio. De hecho, esas observancias y la separación que significan no son de Dios, que no discrimina (cf 1,39-45); la tradición de los mayores es sólo humana y carece de la autoridad que le atribuyen (6-8).
(7,14-15): Jesús convoca a los seguidores no israelitas (14: la multitud, d. 3,32; 5,24b); de ellos y de los discípulos espera que, a diferencia de «los de fuera», oigan y entiendan (d. 4,12). Los discípulos se identifican así con «los Doce», y la multitud con «los que estaban en torno a él» de 4,10. Les expone el principio válido para la humanidad judía y pagana: nada externo puede separar al hombre de Dios, sólo el hombre mismo puede causar esta separación. Algunos mss. añaden el v. 16: «Si uno tiene oídos para oír, que escuche», cf 4,9.23.
Les explica el dicho (d. 4,34): es la conducta injusta con los demás y el egoísmo, manifestado por la ambición de dinero (codicia) o el desenfreno de las costumbres lo que mancha al hombre. La relación con Dios no depende de la observancia de normas o de gestos religiosos, sino de la relación con los hombres (18-23).
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