PRIMERA LECTURA. Isaías (11,1-10)
1Pero retoñará el tocón de Jesé,
de su cepa brotará un vástago,
2sobre el cual se posará el espíritu del Señor:
espíritu de sensatez o inteligencia,
espíritu de valor y de prudencia,
espíritu de conocimiento y respeto del Señór.
3No juzgará por apariencias
ni sentenciará sólo de oídas;
4juzgará con justicia a los desvalidos,
sentenciará con rectitud a los oprimidos;
ejecutará al violento con el cetro de su sentencia
y con su aliento dará muerte al culpable.
5Se terciará como banda la justicia
y se ceñirá como fajín la verdad.
6Entonces el lobo y el cordero
irán juntos, y la pantera
se tumbará con el cabrito,
el novillo y el león engordarán juntos;
un chiquillo los pastoreará;
7la vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas,
el león comerá paja como el buey.
8El niño jugará en la hura del áspid,
la criatura meterá la mano
en el escondrijo de la serpiente.
9No hará daño ni estrago
por todo mi Monte Santo,
porque se llenará el país
de conocimiento del Señor,
como colman las aguas el mar.
Retorno de los desterrados
(Ez 37,15-28; Is 35)
10Aquel día la cepa de Jesé estará
enhiesta como enseña de los pueblos:
a ella acudirán las naciones
y será gloriosa su morada.
Explicación.
11,1 Los orígenes, Jesé, son insignificantes, el tronco está cortado; pero una savia perenne, la promesa divina, vivifica esa cepa. Algunos piensan que la indicación de Mt 2,23, "se llamará nazareno", alude al término hebreo ne ser = vástago.
11,1-9 Gran poema mesiánico, paralelo y complementario de 9,1-6, con el cual comparte varios motivos: el vástago sucesor, la justicia como fundamento, la paz universal, dos nombres o títulos. El poema canta una paz definitiva, un nuevo paraíso.
En un eje se colocan dos símbolos cósmicos: los cuatro vientos convergentes y el mar en plenitud. En otro eje se sitúan el símbolo vegetal y el animal. En medio una sociedad humana ideal, recogida por un gobernante justo. La tenaz fecundidad terrestre se conjuga con el dinamismo del viento para formar al jefe ideal, que por el ejercicio eficaz de la justicia, realizará el sueño de la paz y lo extiende al reino animal. Los animales se reconcilian entre sí y con el hombre, reconciliado plenamente con Dios. El escenario es un ancho monte (2,2-5) consagrado por la presencia de Dios. La interpretación mesiánica es constante en la antigüedad judía y cristiana.
11,2 El vástago se yergue como centro de los cuatro puntos cardinales o cuatro vientos. Extrañamente los cuatro convergen y "se posan" sobre el pimpollo. Resumen el aliento del Señor en plenitud (cfr. Is 61,1; Lc 4,18).
"Sensatez e inteligencia" son bina sapiencial frecuente: significan la percepción intelectual, la habilidad para actuar. "Valor y prudencia" recogen dos títulos de 9,5, como virtudes de gobierno y militares. "Conocimiento y respeto del Señor" sintetizan el sentido religioso, hecho de trato confiado y reverencia. El hebreo añade un verso que repite y turba la composición, pero que dio pie a la teoría de los siete dones del Espíritu.
11,3-5. De la plenitud de los carismas brota el gobierno justo, ejercido principalmente en juzgar (Sal 72; 101; Jr 22,15s). Juzgar incluye eliminar a quienes, promoviendo la injusticia, hacen imposible la paz. La palabra juez es vara que ejecuta la sentencia.
11,6-8 Paz animal. El poeta forma binas de animal salvaje y animal doméstico en cada hemistiquio; cada tres binas aparece el hombre en figura de niño. El hombre, incluso el más débil, vuelve a someter y domesticar a los animales. Queda un animal que se diría inconciliable. Pues bien, también hace las paces la serpiente y el hombre, o más exactamente, la semilla de la mujer que es el niño. Y no se trata de victoria difícil, sino de juego infantil.
11,9 Destruidos los malvados y amansadas las fieras, se instaura un paraíso cuyo centro es el Monte del Señor. En el primero, el hombre se perdió por ambicionar la "ciencia de Dios"; en éste se le concede la "ciencia del Señor", conocer conviviendo. Lo cual es plenitud de gozo y paz, sólo comparable a la inmensa plenitud del mar.
11,10 Un autor posterior, discípulo en el estilo de Isaías II, compone un cuadro de restauración nacional y lo coloca para formar díptico con el precedente. Aunque el empalme es artificial, no faltan correspondencias temáticas: vuelta del resto disperso, reunificación nacional, dominios davídicos, atractivo para otras naciones.
Sal 72,1-2.7-8.12-13.17
1Oh Dios, confía tu juicio al rey,
tu justicia a un hijo de rey.
2Que rija a tu pueblo con justicia, a tus afligidos con rectitud.
7Que en sus días florezca el honrado
y haya prosperidad hasta que falte la luna. 8Que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.
que salve la vida de los pobres.
17Que su nombre sea eterno,
frente al sol retoñe su nombre.
Que todos los pueblos lo feliciten
y lo invoquen como bendición.
Explicación.
72,1-3 La primera sección presenta a los personajes: Dios, el rey y un escenario de montañas. Dios es la primera palabra del poema. Posee una justicia suya, que ejerce en el gobierno del mundo y que delega para que su pueblo conviva en la justicia: cfr. 2 Cr 19,6. El reyes "hijo de rey", es decir, de estirpe real, davídica, no usurpador; está en función de "tu pueblo", que es de Dios y no suyo, y es hoy un pueblo "afligido": ¿por un dominio extranjero despótico?, ¿por abusos de gobernantes anteriores? "Montes y colinas" pueden representar el paisaje, la configuración de Judá: Ex 15,17; 1 Re 20,23; Is 14,25 etc.
72,7 A la lluvia responde la tierra germinando y floreciendo; sólo que aquí lo que florece es "un honrado"; a no ser que leamos "justicia", en buen paralelismo con "prosperidad".
72,8 Fronteras de un soberano que impone su autoridad sobre reinos vasallos. "De mar a mar" en sentido realista sería del Mar Muerto al Mediterráneo; en sentido cosmológico, las fronteras del gran océano que rodea los continentes. "El Río" suele designar el Éufrates: Zac 9,10.
72,12 Está introducido como motivación: la sumisión o cuanto precede es consecuencia o se justifica "porque" este rey "libra al pobre que clama"; no por su poder militar o económico.
72,13-14 La repetición de "vida" en ambos versos nos dice que es cuestión de vida o muerte. El rey no está dispuesto a sacrificar a súbditos más humildes, pues estima sumamente la "sangre = vida". "Rescatar" vidas puede ser hacer justicia condenando a muerte al homicida. Creo más probable que "rescatar" se refiera aquí al peligro grave, no al homicidio consumado.
72,17 Tercera petición. El nombre se perpetúa en la memoria y la descendencia. Ese nombre recibirá la felicitación de los venideros y se usará como modelo y prenda de bendición, como el de Abrahán: Gn 12,3; 18,18; 22,18. Un rey con algo de patriarca.
1Pero retoñará el tocón de Jesé,
de su cepa brotará un vástago,
2sobre el cual se posará el espíritu del Señor:
espíritu de sensatez o inteligencia,
espíritu de valor y de prudencia,
espíritu de conocimiento y respeto del Señór.
3No juzgará por apariencias
ni sentenciará sólo de oídas;
4juzgará con justicia a los desvalidos,
sentenciará con rectitud a los oprimidos;
ejecutará al violento con el cetro de su sentencia
y con su aliento dará muerte al culpable.
5Se terciará como banda la justicia
y se ceñirá como fajín la verdad.
6Entonces el lobo y el cordero
irán juntos, y la pantera
se tumbará con el cabrito,
el novillo y el león engordarán juntos;
un chiquillo los pastoreará;
7la vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas,
el león comerá paja como el buey.
8El niño jugará en la hura del áspid,
la criatura meterá la mano
en el escondrijo de la serpiente.
9No hará daño ni estrago
por todo mi Monte Santo,
porque se llenará el país
de conocimiento del Señor,
como colman las aguas el mar.
Retorno de los desterrados
(Ez 37,15-28; Is 35)
10Aquel día la cepa de Jesé estará
enhiesta como enseña de los pueblos:
a ella acudirán las naciones
y será gloriosa su morada.
Explicación.
11,1 Los orígenes, Jesé, son insignificantes, el tronco está cortado; pero una savia perenne, la promesa divina, vivifica esa cepa. Algunos piensan que la indicación de Mt 2,23, "se llamará nazareno", alude al término hebreo ne ser = vástago.
11,1-9 Gran poema mesiánico, paralelo y complementario de 9,1-6, con el cual comparte varios motivos: el vástago sucesor, la justicia como fundamento, la paz universal, dos nombres o títulos. El poema canta una paz definitiva, un nuevo paraíso.
En un eje se colocan dos símbolos cósmicos: los cuatro vientos convergentes y el mar en plenitud. En otro eje se sitúan el símbolo vegetal y el animal. En medio una sociedad humana ideal, recogida por un gobernante justo. La tenaz fecundidad terrestre se conjuga con el dinamismo del viento para formar al jefe ideal, que por el ejercicio eficaz de la justicia, realizará el sueño de la paz y lo extiende al reino animal. Los animales se reconcilian entre sí y con el hombre, reconciliado plenamente con Dios. El escenario es un ancho monte (2,2-5) consagrado por la presencia de Dios. La interpretación mesiánica es constante en la antigüedad judía y cristiana.
11,2 El vástago se yergue como centro de los cuatro puntos cardinales o cuatro vientos. Extrañamente los cuatro convergen y "se posan" sobre el pimpollo. Resumen el aliento del Señor en plenitud (cfr. Is 61,1; Lc 4,18).
"Sensatez e inteligencia" son bina sapiencial frecuente: significan la percepción intelectual, la habilidad para actuar. "Valor y prudencia" recogen dos títulos de 9,5, como virtudes de gobierno y militares. "Conocimiento y respeto del Señor" sintetizan el sentido religioso, hecho de trato confiado y reverencia. El hebreo añade un verso que repite y turba la composición, pero que dio pie a la teoría de los siete dones del Espíritu.
11,3-5. De la plenitud de los carismas brota el gobierno justo, ejercido principalmente en juzgar (Sal 72; 101; Jr 22,15s). Juzgar incluye eliminar a quienes, promoviendo la injusticia, hacen imposible la paz. La palabra juez es vara que ejecuta la sentencia.
11,6-8 Paz animal. El poeta forma binas de animal salvaje y animal doméstico en cada hemistiquio; cada tres binas aparece el hombre en figura de niño. El hombre, incluso el más débil, vuelve a someter y domesticar a los animales. Queda un animal que se diría inconciliable. Pues bien, también hace las paces la serpiente y el hombre, o más exactamente, la semilla de la mujer que es el niño. Y no se trata de victoria difícil, sino de juego infantil.
11,9 Destruidos los malvados y amansadas las fieras, se instaura un paraíso cuyo centro es el Monte del Señor. En el primero, el hombre se perdió por ambicionar la "ciencia de Dios"; en éste se le concede la "ciencia del Señor", conocer conviviendo. Lo cual es plenitud de gozo y paz, sólo comparable a la inmensa plenitud del mar.
11,10 Un autor posterior, discípulo en el estilo de Isaías II, compone un cuadro de restauración nacional y lo coloca para formar díptico con el precedente. Aunque el empalme es artificial, no faltan correspondencias temáticas: vuelta del resto disperso, reunificación nacional, dominios davídicos, atractivo para otras naciones.
Sal 72,1-2.7-8.12-13.17
1Oh Dios, confía tu juicio al rey,
tu justicia a un hijo de rey.
2Que rija a tu pueblo con justicia, a tus afligidos con rectitud.
7Que en sus días florezca el honrado
y haya prosperidad hasta que falte la luna. 8Que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.
12Porque él libra al pobre que pide auxilio,
al oprimido que no tiene protector.
13Que se apiade del pobre y desvalido, al oprimido que no tiene protector.
que salve la vida de los pobres.
17Que su nombre sea eterno,
frente al sol retoñe su nombre.
Que todos los pueblos lo feliciten
y lo invoquen como bendición.
Explicación.
72,1-3 La primera sección presenta a los personajes: Dios, el rey y un escenario de montañas. Dios es la primera palabra del poema. Posee una justicia suya, que ejerce en el gobierno del mundo y que delega para que su pueblo conviva en la justicia: cfr. 2 Cr 19,6. El reyes "hijo de rey", es decir, de estirpe real, davídica, no usurpador; está en función de "tu pueblo", que es de Dios y no suyo, y es hoy un pueblo "afligido": ¿por un dominio extranjero despótico?, ¿por abusos de gobernantes anteriores? "Montes y colinas" pueden representar el paisaje, la configuración de Judá: Ex 15,17; 1 Re 20,23; Is 14,25 etc.
72,7 A la lluvia responde la tierra germinando y floreciendo; sólo que aquí lo que florece es "un honrado"; a no ser que leamos "justicia", en buen paralelismo con "prosperidad".
72,8 Fronteras de un soberano que impone su autoridad sobre reinos vasallos. "De mar a mar" en sentido realista sería del Mar Muerto al Mediterráneo; en sentido cosmológico, las fronteras del gran océano que rodea los continentes. "El Río" suele designar el Éufrates: Zac 9,10.
72,12 Está introducido como motivación: la sumisión o cuanto precede es consecuencia o se justifica "porque" este rey "libra al pobre que clama"; no por su poder militar o económico.
72,13-14 La repetición de "vida" en ambos versos nos dice que es cuestión de vida o muerte. El rey no está dispuesto a sacrificar a súbditos más humildes, pues estima sumamente la "sangre = vida". "Rescatar" vidas puede ser hacer justicia condenando a muerte al homicida. Creo más probable que "rescatar" se refiera aquí al peligro grave, no al homicidio consumado.
72,17 Tercera petición. El nombre se perpetúa en la memoria y la descendencia. Ese nombre recibirá la felicitación de los venideros y se usará como modelo y prenda de bendición, como el de Abrahán: Gn 12,3; 18,18; 22,18. Un rey con algo de patriarca.
Transposición cristiana.
La
tradición rabínica aplicó este salmo al Mesías; los cristianos lo
identificaron con Jesús de Nazaret. Una vez planteada la transposición
global, podemos descubrir resonancias particulares en el NT. Reino
eterno: Lc 1,33; universal: Mt 2,2;Ap 15,4; reino de justicia y paz: Mt
5,6.9; Rom 14,17; 1 Co 1,30; Ef 2,14; Sant 3,18; victoria sobre el
opresor: Lc 11,21 s; Ap 17, 15; a favor de los pobres: Mt 5,2; Lc 4,18;
7,22; rescatar o vengar: Tit 2,14; Mt 20,28; Ap 6,10. Que viva: Ap 1,18;
Rom 6,9; reconocimiento universal del nombre: Flp 2,10; Ap 14,6. La
lista se podría ampliar fácilmente. SEGUNDA LECTURA. Romanos (15,4-9)
4Es un hecho que todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que, entre nuestra constancia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza.
5Que Dios, fuente de toda constancia y consuelo, os conceda andar de acuerdo entre vosotros, como es propio de cristianos; 6para que unánimes, a una voz, alabéis a Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías.
7Por consiguiente, acogeos mutuamente como el Mesías os acogió para honra de Dios. 8Quiero decir con esto que el Mesías se hizo servidor de los judíos para demostrar la fidelidad de Dios, ratificando las promesas hechas a los Patriarcas 9y haciendo que los paganos alabasen a Dios por su misericordia. Así lo dice la Escritura:
Por eso te alabaré en medio de las naciones
y cantaré a tu nombre (Sal 17,50).
EXPLICACIÓN.
La enseñanza que ofrece la Escritura es útil (3-4). Oración (5-6). Convicción (22), lit. "fe/fidelidad", pero en este caso y en el v. siguiente no se trata de fe teológica, sino de la coherencia o fidelidad a sí mismo.
Insiste en la unidad. Las dificultades de los párrafos anteriores tenían relación con la procedencia judía o pagana de los cristianos. Lo que honra a Dios es la unión de los suyos, pues ella muestra que él es amor. Para los judíos, el Mesías ha seguido el camino de las promesas; para los paganos, el de la misericordia
EVANGELIO. Mateo (3,1-12)
1 Por aquellos días se presentó Juan Bautista en el desierto de Judea proclamando:
2 - Enmendaos, que está cerca el reinado de Dios.
3 A él se refería el profeta Isaías cuando dijo:
Una voz grita desde el desierto:
Prepara el camino del Señor,
enderezad sus senderos (Is 40,3).
4 Este Juan iba vestido de pelo de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
5 Acudía en masa la gente de Jerusalén, de toda Judea y de la comarca del Jordán,
6 y él los bautizaba en el río Jordán, a medida que confesaban sus pecados.
7 Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
- ¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
8 Pues entonces, dad el fruto que corresponde a la enmienda
9 y no os hagáis ilusiones pensando que Abrahán es vuestro padre; porque os digo que de las piedras es capaz Dios de sacarle hijos a Abrahán.
10 Además, el hacha está ya tocando la base de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto será cortado y echado al fuego.
11 Yo os bautizo con agua, en señal de enmienda; pero llega detrás de mí el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para quitarle las sandalias. Ése os va a bautizar con Espíritu Santo y fuego,
12 porque trae el bieldo en la mano para aventar su parva y reunir el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego inextinguible.
EXPLICACIÓN.
1 - 12. Momento histórico indeterminado. Desierto de Judea, ruptura con la sociedad, pero sin salir de la tierra prometida. Cercanía del reinado de Dios. Condición, el cambio de actitud respecto a los demás, la adopción de una conducta justa. Se pensaba que el reinado de Dios, la sociedad justa y humana, objeto de viva expectación, se realizaría por medio del Mesías. Se requiere la colaboración del hombre (2). La mención de la correa de cuero (4) identifica a Juan con el profeta Elías (2 Re 1,8), precursor del Mesías (11,14; 17,12s); su dieta confirma la ruptura con la sociedad. Respuesta unánime (5). Se establecen dos polos: Jerusalén, centro religioso-político, y el desierto, lugar del profeta. La afluencia masiva muestra el descontento del pueblo con la institución y los dirigentes. Inmersión en el agua (6): muerte a un pasado, cambio de vida. Los fariseos (7) modelo de hombres religiosos, fieles a la Ley; gran influjo sobre el pueblo. Saduceos, la clase dominante, los grandes terratenientes y las familias de la aristocracia sacerdotal: poder económico, religioso y político. Pretenden un bautismo ritual, sin enmienda.
La institución opresora quiere integrar a Juan y el movimiento que ha suscitado. Camada de víboras, el poder, agente de muerte (12,34; 23,33). Juan supone que el Mesías que llega va a infligir un castigo. Mt distingue entre la masa de la gente, que se propone la enmienda, y los dirigentes. Para la salvación no cuenta el linaje, sino las obras (9-10); estas piedras, alusión a la conversión de los paganos; Mt ve en la humanidad entera la plenitud de Israel (8,11). Juan espera del Mesías un juicio inmediato y severo, no basado en la pureza de sangre, en la práctica del culto ni en la fidelidad a la Ley, sino en la actitud hacia el hombre.
Bautismo superior al suyo: con Espíritu Santo y fuego (11). Bautismo/juicio: para los que han realizado la enmienda, será purificación y efusión de Espíritu/vida; para los que no han cambiado su conducta, destrucción. Quitar las sandalias, tomar el puesto del que tiene derecho a ser esposo: tema del esposo (9,15), en relación con el de la alianza nueva (26,28). Juan no pretende suplantar el papel mesiánico de Jesús. Nueva imagen del juicio (12); el fuego inextinguible asegura la absoluta destrucción.
La figura del Mesías-juez, anunciada por Juan, no corresponde a la actuación posterior de Jesús (11,2-6),
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