PRIMERA LECTURA: ISAÍAS 4,2-6.
2Aquel día, el vástago del Señor
será joya y gloria,
el fruto del país, honor y ornamento
para los supervivientes de Israel.
3A los que queden en Sión,
a los restantes en Jerusalén,
los llamarán santos: los inscritos
en Jerusalén entre los vivos.
4Cuando lave el Señor la suciedad
de las mujeres de Sión
y friegue la sangre dentro de Jerusalén,
con un viento justiciero, con un soplo abrasador,
5creará el Señor en todo el recinto
del Monte Sión y su asamblea
una nube de día, un humo brillante,
un fuego llameante de noche.
Baldaquino 6y tabernáculo cubrirán su gloria:
serán sombra en la canícula,
reparo en el aguacero, cobijo en el chubasco.
Explicación.
4,2-6 Oráculo de restauración tras la serie precedente (probablemente posterior). A la escasez de hombres sucede la continuidad de los supervivientes; a las mujeres provocativas, una gran purificación; a los jefes perversos, un "vástago" davídico (Jr 23,5s; 33,15; Zac 3,8; 6,12); a la ruina de Jerusalén, el renovado esplendor de Sión. Con la referencia davídica conjuga tradiciones del Éxodo.
4,2 "Aquel día" suena de ordinario como determinación escatológica. Vástago es título del heredero davídico, del futuro Mesías.
4,3 De nuevo el título "santos" o consagrados, propiedad de Dios (Ex 19,6; Dt 7,6; 14,2.21; 26,19). Habrá un registro de los que "viven" (Ex 32,32; Ez 13,9; Sal 69,29; 87,6).
4,4 La purificación que suele ejecutar el agua, la ejecutará un aliento ardiente, un viento abrasador.
4,5 En el templo volverá a habitar la gloria del Señor, cubierta de un baldaquino, que será ornamento y asilo contra los asaltos de bochorno y tormentas.
«Vamos a la casa del Señor».
2Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
3¡Jerusalén!, construida como ciudad
bien unida y compacta,
4adonde suben las tribus,
las tribus del Señor;
según la costumbre de Israel,
a dar gracias al nombre del Señor.
5Allí reside el tribunal de justicia,
el tribunal del palacio de David.
6Saludad con la paz a Jerusalén:
Vivan tranquilos tus amigos;
7Haya paz en tus murallas,
tranquilidad en tus palacios.
8Por mis hermanos y compañeros
pido la paz para ti.
9Por la casa del Señor nuestro Dios
te deseo todo bien.
EXPLICACIÓN.
122 Género y situación. Canto a Jerusalén, extraído por etimología popular del material sonoro del nombre. Incluye una loa a la ciudad y una petición por ella. Forma grupo con 46, 48 Y 87. Unos peregrinos llegan a la ciudad, meta de su viaje físico y espiritual.
La paronomasia es un recurso de estilo que del sonido de los nombres propios saca significados; recurso querido y practicado por autores bíblicos, poetas y prosistas. El poeta toma el primer componente con el valor de "ciudad" yeru - 'iru. Es la Ciudad por excelencia: cfr. Ez 7,23; Sal 87,3. La segunda parte toma el valor obvio de paz: shalem - shalom. Otro recurso de estilo, que forma inclusión mayor y menor es la repetición: tres veces Jerusalén, casa, paz, Yhwh+ Yh.
122,1-2 Concentra los dos momentos extremos de la romería: el anuncio de la partida y la llegada, saltándose el viaje con su fatiga: cfr. Sal 84.
122,3-5 Predicados de la ciudad. Su trazado, con casas unidas formando calles; el templo donde se unen las tribus para alabar al Señor: cfr. Sal 65,2; la administración central de la justicia en un tribunal supremo. La imagen supone una nación unificada, con un centro religioso y político: ¿refleja una realidad. un recuerdo, una aspiración? Mucho depende de la datación del salmo.
122,6 La insistencia en "paz" y afines, el predominio de formas volitivas suenan como una movilización general para la paz. El peregrino pide que se cumpla el destino inscrito en el nombre de la ciudad: nomen omen. "Amigos": no los amantes de Os 2, sino los amadores de Is 66,10.
122,7 Murallas y palacios son otro aspecto llamativo de esta ciudad: Sal 48.14; Lam 2,7s.
122,8-9 La repetición anafórica de "por" en los dos versos une el vínculo humano de la hermandad y el religioso de la presencia del Señor en medio de ellos.
122,9 Ez 24,21.
Transposición cristiana.
Creo que se han de leer sobre el fondo de este canto de peregrinación las palabras de Jesús al avistar la ciudad: Lc 18,41-44. El destino de Jerusalén lo recoge la Iglesia celestial según Ap: tronos 20,4.11-15; belleza 21,11-21; doce (puertas) 21,12-14; no templo 21 ,22s.
Evangelio: Mateo 8:5-11
5 Al entrar en Cafarnaún se le acercó un centurión
6 rogándole:
- Señor, mi criado está echado en casa con parálisis, sufriendo terriblemente.
7 Jesús le contestó:
- Voy yo a curarlo.
8 El centurión le replicó:
- Señor, yo no soy quien para que entres bajo mi techo, pero basta una palabra tuya para que mi criado se cure.
9 Porque yo, que estoy bajo la autoridad de otros, tengo soldados a mis órdenes, y si le dijo a uno que se vaya, se va; o a otro que venga, viene; y si le dijo a mi siervo que haga algo, lo hace.
10 Al oír esto, Jesús dijo admirado a los que lo seguían:
- Os aseguro que en ningún israelita he encontrado tanta fe.
11 Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente a sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios;
EXPLICACIÓN.
Vuelta a Cafarnaún (4,13). El pagano es también religiosamente impuro. La salvación es universal, no reconoce fronteras entre hombres o pueblos. No hay acción de Jesús con el enfermo, sólo palabra: alusión al mensaje que será predicado entre los paganos después de su muerte-resurrección. Contraste con la poca fe de Israel (11-12).
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