PRIMERA LECTURA. Hechos 8,5-8.14-17.
HECHOS DE LOS APÓSTOLES. ÍNDICE.
5 Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les proclamó el Mesías.
6 Las multitudes hacían caso unánime de lo que decía Felipe, porque oían hablar de las señales que realizaba y las estaban viendo:
7 de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban;
8 se produjo gran alegría en aquella ciudad.
PEDRO Y JUAN QUITAN EL OBSTÁCULO DE LA COMUNIDAD.
14 Al enterarse los apóstoles que residían en Jerusalén de que toda Samaría había aceptado en firme el mensaje de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
15 Éstos bajaron allí y oraron por ellos para que recibieran Espíritu Santo,
16 porque no había bajado aún sobre ninguno de ellos: solamente habían quedado bautizados vinculándose al Señor Jesús.
17 Entonces les fueron imponiendo las manos, y recibían Espíritu Santo.
Explicación.
En la primera hoja del tríptico se comprueba el cambio profundo que se efectúa en el evangelista Felipe, representante ahora del grupo de los Siete. La secuencia consta a su vez de tres cuadros. En el primer cuadro se ejemplifica una situación general (4) con un caso particular; Felipe predica el Mesías, sin más, entre los samaritanos (5).
Los resultados palpables de su misión liberadora (6-8) se ven ensombrecidos por resultados similares logrados con anterioridad por un personaje representativo, Simón, que practicaba la magia y pasmaba la región samaritana, presentándose como un ser extraordinario (9s, cf. 5,36). El éxito del mago es tan abrumador como el de Felipe, pero su acreditación es muy diversa (11; cf. v.6).
Segundo cuadro: La noticia de la conversión de Samaría; región tradicionalmente odiada por los judíos, llega a oídos de los apóstoles instalados en Jerusalén (la rec. occ. lee, con razón, Ierousalêm, en sentido sacral), quienes deciden enviar a los dos máximos representantes de la comunidad (14).
Pedro y Juan se dan cuenta de que el bautismo masivo administrado por Felipe no ha desembocado en el don del Espíritu y se disponen a enderezar la situación; la imposición de manos hace que cada uno personalice la adhesión a Jesús e implora la bendición de Dios para que reciban el Espíritu Santo (15-17).
SALMO. 66,1-7.16.20.
1 Aclamad a Dios, todo el mundo,
2tañed en honor de su nombre,
dadle gloria con la alabanza. 3Decid a Dios: ¡Qué formidable es tu acción!
por tu inmenso poder los enemigos te adulan.
4Que todo el mundo te rinda homenaje tañendo para ti, tañendo en tu honor.
5Venid a ver las proezas de Dios,
sus hazañas formidables a favor de los hombres.
6Transformó el mar en tierra firme: a pie cruzaron la corriente -y allí mismo lo festejamos-o 7Con su autoridad gobierna por siempre:
sus ojos vigilan a las naciones, para que no se subleven los rebeldes.
16Venid a escuchar, fieles de Dios,
os contaré lo que hizo por mí:
20iBendito sea Dios!, que no apartó mi súplica
ni su misericordia de mi.
EXPLICACIÓN.
66,1-4 El liturgo parece excederse invitando a "todo el mundo", especialmente considerando que habla enseguida de "enemigos" y más abajo de "rebeldes que se sublevan", y están implícitos en los "hombres" del v. 12. ¿También ellos son invitados a la "alabanza", al "homenaje" festivo"? ''Todo el mundo" podría equivaler más a bien a "en todo el mundo".
66,3 "Formidable", es decir impresionante, sobrecogedora, que infunde temor reverencial: Sal 76. ''Te adulan": ante tu inmenso poder, no tienen más remedio que someterse con voluntad fingida: Sal 18,45.
66,5-12 El relato (salvo 8) se desarrolla en varias fases. La primera es genérica y amplia de extensión (5), la segunda es el paso del Mar Rojo (6), la tercera es estable y
duradera y amplia de extensión (7), la cuarta se restringe a un grupo y es genérica en la formulación (9). La última cambia: habla de una grave tribulación del pueblo y se dirige a Dios en segunda persona (10-12).
66,5 El objeto son "los hombres", o "seres humanos" sin precisar. Es admirable que Dios les dedique su actividad.
66,6 Hecho concreto, clásico (Ex 14): donde se cruza la frontera de la libertad, donde el poder cósmico se pone al servicio de la salvación histórica. "Allí lo festejamos":
con el cántico de Miriam, Ex 15.
66,7 Su soberanía es perpetua y universal. Vigila para mantener el orden.
66,20 La fórmula es original por la contigüidad de "mi súplica" y "su misericordia".
Transposición cristiana
En este salmo se conjugan una tribulación y consiguiente liberación, el señorío universal y perpetuo, la invitación a todo el mundo. Con esos elementos pueden los Padres proponer una lectura cristológica del salmo. En clave eclesiológica, la prueba que refina es ante todo la pasión de los mártires.
SEGUNDA LECTURA. 1 Pedro 3,15-18.
15en lugar de eso, en vuestro corazón reconoced al Mesías como a Señor, dispuestos siempre a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida una explicación, 16pero con buenos modos y respeto y teniendo la conciencia limpia. Así, ya que os difaman,
los que denigran vuestra buena conducta cristiana quedarán en mal lugar. 17Más valdría padecer porque uno hace el bien, si tal fuera el designio de Dios, que por hacer el mal.
18Porque también el Mesías sufrió una vez por los pecados, el inocente por los culpables, para llevamos a Dios; sufrió la muerte en su cuerpo, pero recibió vida en su espíritu.
Explicación.
El cristiano sigue su ideal previendo la oposición de! mundo presente (dichosos, cf. Mt 5,10), teniendo por Señor sólo al Mesías. Aun en medio de la persecución, el cristiano, si se le pregunta, ha de favorecer e! diálogo; las dificultades y las calumnias no han de ser pretexto para dejar de hacer el bien (14-17).
También Jesús sufrió la contradicción y la muerte en vista del bien de los hombres, pero la vida venció a la muerte (18). El autor usa un lenguaje mítico para describir la victoria de Jesús sobre la muerte: los espíritus encarcelados, los que corrompieron a la humanidad antes del diluvio; Noé no fue corrompido y se salvó de la catástrofe; lo sucedido con él fue figura de lo que sucede en e! bautismo. Éste es un compromiso de seguir a Jesús en su antagonismo con el mundo injusto, con la seguridad de la victoria (ángeles, etc., continúan la figura de los espíritus del tiempo de Noé; cf. Rom 8,38; Ef 1,21; Col 2,10; Sal 8,7) y la esperanza de la resurrección (18-22).
EVANGELIO. Juan 14,15-21.
Dios en la nueva humanidad.
(Jn 14,15-26)
15. Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos;
16. yo, a mi vez, le rogaré al Padre y os dará otro valedor que esté siempre con vosotros,
17. el Espíritu de la verdad, el que el mundo no puede recibir porque no percibe ni lo reconoce. Vosotros lo reconocéis, porque vive con vosotros y demás estará con vosotros.
18. No os voy a dejar desamparados, volveré con vosotros.
19. Dentro de poco, el mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque de la vida que yo tengo viviréis también vosotros.
20. Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.
21. El que ha hecho suyos mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y al que me ama mi Padre le demostrará su amor y yo también se lo demostraré manifestándole mi persona.
Explicación.
Quien no ama a Jesús no puede amar a los demás (15). Por primera vez menciona Jesús el amor de sus discípulos a él: la adhesión a su persona y obra se convierte en un impulso de identificación con él. Por ella, los mandamientos pierden todo carácter de imposición; son la exigencia del amor. Cumplirlos significa ser como Jesús, y a esto lleva espontáneamente la fuerza interior del Espíritu. No se trata de la obediencia de los discípulos a normas externas, sino de la expansión exterior de la sintonía con Jesús. Se conserva el término mandamiento para oponer los de Jesús (los mandamientos míos, enfático) a los de la Ley antigua. “El mandamiento nuevo” (13,14) expresaba la actitud del discípulo, creando la solidaridad del amor. “Los mandamientos suyos”, cuyo contenido nunca se explicita, son las exigencias de actuación que las circunstancias presentan al amor de los discípulos. En “el mandamiento” habla Dios en el interior del discípulo; en “los mandamientos” le habla desde la realidad histórica.
La comunidad recibe el Espíritu a través de Jesús (16-17). Valedor, el que ayuda en cualquier circunstancia; dentro de la comunidad, mantiene vivo e interpreta el mensaje de Jesús (26). En el enfrentamiento de la comunidad con el mundo, da seguridad a los discípulos y los guía, interpretándoles los acontecimientos. El Espíritu será otro valedor, toma el puesto de Jesús; de la verdad, por ser él la verdad y comunicarla. El término “verdad” significa también “fidelidad/lealtad” (cf. 4,24) y tiene relación con el amor (1,14). De hecho, la verdad es la vida (1,4), que es el amor. Da libertad al hombre, pues la verdad hace libres (8,31s); él continuará el proceso de liberación. El mundo, el sistema de poder, es la mentira institucionalizada que llega al homicidio (8,44); es incompatible con el Espíritu. Los discípulos tienen experiencia del Espíritu en Jesús, pero será mayor en el futuro, cuando lo reciban ellos mismos.
La ausencia de Jesús no será definitiva (18-19). Después de su muerte, Jesús no se manifestará al mundo, pero sí a los discípulos. Éstos participarán de su vida al participar de su Espíritu.
Aquel día (20), cuando Jesús se haga presente a su comunidad después de su muerte, El efecto de la comunicación de la vida /Espíritu será la experiencia de identificación con Jesús y con el Padre. Comunión de vida entre Dios y los hombres, que constituyen un núcleo de donde irradia el amor.
De su relación y la del Padre con la comunidad pasa Jesús a la que establecen con cada miembro de ella (21). Su comunidad no es gregaria, ni su Espíritu uniforma. Cada uno es responsable de su modo de obrar. La actividad en favor del hombre (mis mandamientos) es lo único que da realidad al amor a él (cf. 15). La semejanza con Jesús, efecto de ese amor, provoca una respuesta de amor de parte del Padre. La respuesta de Jesús es su manifestación personal; en ella se revela el Padre (14,9).
SÍNTESIS.
Cambia el concepto antiguo de Dios y el de la relación del hombre con él. Se concebía a Dios como una realidad exterior al hombre y distante de él; la relación con Dios se establecía a través de mediaciones, en primer término, la de la Ley, de cuya observancia dependía el favor divino. Dios reclamaba al hombre para sí; éste aparecía como siervo. El mundo quedaba en la esfera de lo profano.
En la exposición que hace Jesús se describe la venida del Espíritu de Jesús y del Padre. Con esta imagen especial se significa el cambio de relación entre Dios y el hombre. La comunidad y el individuo se convierten en morada de la divinidad, el hombre en santuario de Dios. De esta manera Dios “sacraliza” al hombre y, a través de él, a toda la creación. No hay ya, pues, ámbitos sagrados donde Dios se manifieste fuera del hombre mismo. Esta “sacralización” produce al mismo tiempo una “desacralización”, suprimiendo toda mediación de “lo sagrado” exterior al hombre.
Dios se asemeja a una onda en expansión que comunica vida con generosidad infinita. No quiere que el hombre sea para él, sino que, viviendo con él, sea como él, don de sí, amor absoluto. Al hombre toca aceptar ese amor e incorporarse a esa fuerza que tiende a expansionarse en continuo don. Dios no es el rival del hombre. No lo ha creado para reclamarle luego su vida como tributo y sacrificio. No absorbe ni disminuye al hombre, lo potencia. No puede el hombre
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