Primera Lectura: Santiago 3,1-10
1No os metáis tantos a
maestros, hermanos míos; sabéis bien que nuestro juicio será muy severo,
2pues todos fallamos muchas veces. Quien no falla cuando habla es un
hombre logrado, capaz de marcar el rumbo también al cuerpo entero.
3Mirad, a los caballos les metemos el freno
en la boca para que ellos nos obedezcan a nosotros, y dirigimos todo su
cuerpo. 4Y ahí tenéis los barcos: tan grandes como son y con vientos tan
recios que los empujan, se dirigen con un timón pequeñísimo a donde al
piloto le da por llevarlos.
5Pues lo mismo la lengua: pequeña como
órgano, alardea de grandes cosas. Ahí tenéis, un fuego de nada incendia
un bosque enorme. 6También la lengua es fuego (ese mundo de la maldad).
La lengua, siendo uno de nuestros órganos, contamina, sin embargo, al
cuerpo entero: inflama el curso de la existencia, inflamada ella misma
por el infierno.
7Porque fieras y pájaros, reptiles y bestias
marinas de toda especie se pueden subyugar y han sido subyugados por la
especie humana; 8pero lo que es esa lengua, bicho turbulento, cargado de
veneno mortal, no hay hombre capaz de subyugarla.
9Con ella bendecimos al que es Señor y Padre y
con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios. 10De la
misma boca sale bendición y maldición. Eso no puede ser, hermanos míos;
EXPLICACIÓN.
1-18. En la comunidad del autor, como en la sinagoga, los maestros
eran figuras importantes y respetadas. Nada tiene de extraño que muchos
aspirasen a ese cargo. Pero éste impone una grave responsabilidad y
exige ante todo gran dominio de la lengua (1-2). Comparaciones clásicas
para ilustrar el poder de la lengua: el freno del caballo, el timón de
la nave (3-4).
La tercera comparación es la más apropiada, por sus
efectos negativos: la chispa del fuego (5-6). Reproche por el mal uso de
la lengua (7-12).
Salmo: 12,2-5.7-8
2¡ Sálvanos, Señor!, que se acaba la lealtad,
que desaparece la sinceridad entre los hombres.
3 No hacen más que mentirse unos a otros,
hablan con labios lisonjeros y doblez de corazón.
4 Corte el Señor los labios lisonjeros
y la lengua fanfarrona de los que dicen:
5 La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?
7 Las palabras del Señor son palabras limpias,
como plata acendrada en el crisol,
acrisolada siete veces.
8 Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás siempre de esa gente,
Explicación.
12,2 Se refiere a la lealtad en las relaciones humanas, en la vida
social; sin la cual no valen leyes ni tribunales. La hipérbole expresa
un sentimiento fortísimo de desvalimiento. El tema es frecuente: Prov
20,6; Jr 7,2; 9,3s; Miq 7,2.
12,3 También es frecuente el tema de la lisonja interesada: Prov 26,23.28; 29,3
12,4 "Cortar los labios" es metáfora vigorosa y oportuna, es reducir al silencio: cfr. Sal 101,8.
12,5
Se citan sus palabras: ¿son pura fanfarronada, o expresan la conciencia
del poder adquirido con la palabra? No necesitan recurrir a la
violencia física. La frase tiene alcance social. ¿También político?
-Cfr. Jr 9,2. ¿Tiene alcance religioso? -El "dueño" puede ser Dios: cfr.
Eclo 5,3.
12,7
La imagen metalúrgica es corriente; véanse especialmente Sal 18,31;
119,140; Prov 30,3. La promesa de Dios se acrisola en el cumplimiento.
12,8 "Esa gente" o esa banda; el tipo o grupo descrito.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
Comienzo
por una transposición sapiencial a la cultura moderna, con sus abusos
variados de la palabra, la palabra como instrumento de poder. Paso a la
palabra profética, acrisolada en sí, no por la crítica humana. Paso a
Cristo palabra: acendrada como enviado del Padre, acrisolado en el
sacrificio por los hombres. De Cristo a la Iglesia, administradora
responsable de dicha palabra.
Evangelio: Marcos 9,2-13
La transfiguración
(Mt 17,1-13; Lc 9,28-36)
2 A los seis días
Jesús se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, los hizo subir a un monte
alto, aparte, a ellos solos, y se transfiguró delante de ellos: 3sus vestidos
se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es
capaz de blanquear.
4Se les apareció Elías
con Moisés; estaban conversando con Jesús. 5Reaccionó Pedro diciéndole a Jesús:
-Rabbí, viene muy
bien que estemos aquí nosotros;
podríamos hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías.
6Es que no sabía cómo
reaccionar, porque estaban aterrados.
7Se formó una nube
que los cubría, y hubo una voz desde la nube:
-Éste es mi Hijo, el
amado: escuchadlo.
8Y, de pronto, al
mirar alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
9Mientras bajaban del
monte les advirtió que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el
Hombre resucitase de la muerte. 10Ellos se atuvieron a este aviso, aunque
discutían entre sí qué significaba aquel «resucitar de la muerte». 11Entonces
le hicieron esta pregunta:
-¿Cómo dicen los
letrados que Elías tiene que venir primero?
12Él les repuso:
-¡De modo que Elías
viene primero y lo pone todo en orden! Entonces, ¿cómo está escrito que el
Hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? 13OS digo más: no sólo Elías
ha venido ya, sino que lo han tratado a su antojo, como estaba escrito de él.
Explicación
(9,2-13): Ante la resistencia manifestada por Pedro
(8,32), muestra Jesús a los tres discípulos más recalcitrantes (3,16s,
sobrenombres; cf. 5,37) el estado final del Hombre, que, con su entrega, ha
superado la muerte (cf. 8,31.35). El monte alto, lugar de una importante
(altura) manifestación divina; aparte, incomprensión (4,34). La escena anticipa
la resurrección (2). Color blanco, imposible de obtener en este mundo, la
condición divina del Hombre (cf. 16,5) (3). Elías (los profetas) con Moisés (la
Ley) se aparecen a los discípulos, pero no hablan con ellos, sino con Jesús,
reciben instrucciones de él (Éx 34,35): Jesús es el punto de llegada del AT;
éste no tiene ya un mensaje directo para los cristianos, su validez o caducidad
se juzga a partir de Jesús (4).
Rabbí, el que enseña ateniéndose a la tradición judía, sólo
en boca de Pedro (9,5; 11,21) y de Judas (14,45). Pedro quiere poner en pie de
igualdad a Jesús, Moisés y Elías (tres chozas), integrando el mesianismo de Jesús
en las categorías del AT: Moisés (éxodo de Egipto con muerte de los enemigos),
Elías (celo reformador y violento, cf. 1 Re 18,40; 19,14ss; 2 Re 1,9-12; Eclo
48,1ss; cf. Mc 1,29-31). No interpretan su gloria como estado final, sino como
inicial, para la restauración de Israel (5). Terror ante la gloria que se
manifiesta en Jesús, que, por su anterior resistencia, sienten como una
amenaza; la propuesta de Pedro ha intentado congraciárselo (6). Nube, la
presencia divina (cf. Éx 40,34-38).
La voz manifiesta a los discípulos la identidad de Jesús (cf.
1, 11) y refrenda su enseñanza: es el único a quien deben escuchar (cf. Dt
18,15.18): EI AT queda ya sin voz propia; mirando a Jesús la comunidad
cristiana integra o descarta la doctrina del AT (7-8).
Los discípulos han
Interpretado mal la manifestación; no deben divulgar su error. Siendo anticipo
de la resurrección, sólo después de la muerte de Jesús encontrara su contexto
interpretativo. Debería prepararlos para la escena de Getsemaní (14,33) (9). No
comprenden la expresión resucitar de la muerte; han disociado la escena
anterior de la muerte de Jesús; esperan esa gloria para su vida mortal (10).
Contra la doctrina de los letrados, los, discípulos ya no ven necesario que
Elías tenga que preparar la situación antes de la acción del Mesías (cf. Mal 3,
23, Prov 48,10) (11). Elías ha venido
(Juan Bautista, cf. 1,6), pero no imponiendo un orden. El Hombre va a ser
despreciado (Sal 89,39, del rey Mesías: cf. 8,31); trato a Elías/Juan (1 Re
19,2-10 Jezabel/Herodías; cf. 6,17.27) (12-13).
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