Primera Lectura. Joel 2,12-18.
Penitencia y súplica.
12Pues ahora -oráculo del Señor-,
convertíos a mí de todo corazón, con ayuno,
con llanto, con luto.
13Rasgad los corazones y no los vestidos;
convertíos al Señor Dios vuestro;
que es compasivo y clemente,
paciente y misericordioso,
y se arrepiente de las amenazas.
14Quizá se arrepienta y vuelva, dejando a su paso
bendición, ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios.
15Tocad la trompeta en Sión, proclamad un ayuno,
16convocad la reunión, congregad al pueblo,
purificad a la asamblea, reunid a los ancianos,
congregad a los muchachos y niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo;
17entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes,
digan los ministros del Señor:
Perdona, Señor, a tu pueblo,
no entregues tu heredad al oprobio,
no la sometan los gentiles,
no se diga entre los pueblos:
¿dónde está tu Dios?
18El Señor tenga celos de su tierra
y perdone a su pueblo.
Explicación.
2,12 "Pues ahora": aunque se acerca el día del Señor, todavía queda tiempo para convertirse: véanse Dt 30,10.
2,12-18
Esta sección está ligada a 1,13-14 por la repetición de varios
términos. En la hipótesis de un acto de culto, el toque de alarma
militar era una transformación de la convocación litúrgica.
El
presidente ha profundizado el grito "¡Ay de ese día!" (1,15); en nombre
de todos ha preguntado: "¿Quién podrá resistir?". Dios responde
invitando a la conversión. Así se establece el eje de la sección con el
verbo shub: si el pueblo vuelve = se convierte, el Señor volverá
cesando en la ira. La conversión del pueblo es condición para que actúe
la misericordia del Señor; pero debe ser "de corazón"; los ritos se
aceptan si brotan como expresión de la actitud interior.
2,13
Compárese con Jr 4,4. Los atributos de Dios están tomados de una
fórmula litúrgica recurrente: Éx 34,6; Sal 86,15; 103,8; etc.
2,14
"Quizá": en la duda humilde se escucha la voz del profeta: el hombre no
puede disponer a su antojo de Dios; compárese con Os 6,1s.
2,16 La asamblea incluirá a personas que de ordinario quedaban excluidas o dispensadas.
2,17
La súplica introduce un elemento que hasta ahora no había sonado: la
amenaza extranjera. Si el libro es postexílico, Judá era parte de una
provincia del imperio Persa, con libertad religiosa y cierta autonomía
civil. ¿Temen los orantes perder esa limitada autonomía? Los desastres
agrícolas obligaban muchas veces a cargarse de deudas hasta perder la
libertad: recuérdese la política de José como visir de Egipto (Gn 47) y
Lv 25,39.
2,18 Si el pueblo ha vuelto, ha sido
respondiendo a la iniciativa de su Dios. Algunos pasan este verso a la
sección siguiente, leyendo perfecto narrativo.
Salmo. 51,3-6.12-14.17.
3Misericordia, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
4lava del todo mi delito
6Contra ti solo pequé,
renuévame por dentro con espíritu firme;
13no me arrojes lejos de tu rostro
14devuélveme el gozo de la salvación,
afiánzame con un espíritu generoso.
Segunda Lectura. 2 Corintios 5,20 -- 6,2.
20Somos, pues, embajadores de Cristo y es como si Dios exhortara por nuestro medio. Por Cristo os lo pido, dejaos reconciliar con Dios. 21Al que no tenía que ver con el pecado, por nosotros lo cargó con el pecado, para que nosotros, por su medio, obtuviéramos la rehabilitación de Dios.
6 1Secundando, pues, su obra, os exhortamos también a no echar en saco roto esta gracia de Dios. 2(Dice él: "En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda" (Is 49,8); pues mirad, ahora es tiempo propicio, ahora es día de salvación.)
Explicación.
De hecho, el pasaje mira más a los no creyentes que a una comunidad formada (18-20). La imagen de v.21 puesta estar inspirada en el culto sacrificial judío; Jesús muerto en la cruz, de quien mana el Espíritu, ha hecho caducar todos los ritos con que el hombre pretendía liberarse de sus pecados. Pablo quiere ponderar el amor de Dios por la humanidad, que para lograr la reconciliación no escatimó a su propio Hijo (Rom 8,31).
Exhorta a aprovechar la ocasión apoyándose en Is 49,8 (6,1-2).
Evangelio. Mateo 6,1-6.16-18.
1 Cuidado con hacer vuestras obras de piedad delante de la gente para llamar la atención: si no, os quedáis sin recompensa de vuestro Padre del cielo.
2 Por tanto, cuando des limosna no lo anuncies a toque de trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en la calle para que la gente los alabe. Ya han recibido su recompensa, os lo aseguro.
3 Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha,
4 para que tu limosna quede escondida; y tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará.
5 Cuando recéis, no hagáis como los hipócritas, que son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse ante la gente. Ya han recibido su recompensa, os lo aseguro.
6 Tú, en cambio, cuando quieras rezar, métete en tu cuarto, echa la llave a tu puerta y rézale a tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará.
16 Cuando ayunéis, no os pongáis cariacontecidos, como los hipócritas, que se afean la cara para ostentar ante la gente que ayunan. Ya han recibido su recompensa, os lo aseguro.
17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara,
18 para no ostentar tu ayuno ante la gente, sino ante tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará.
Explicación.
Contra el modo de proceder de los fariseos. Principio general (1): las obras de piedad no deben practicarse para ganar prestigio y adquirir con ello una posición de poder o privilegio. Los que así obran no gozan del reinado de Dios (la recompensa, como en 5,12).
Hipócrita, el que ejecuta acciones que no corresponden a su actitud interior. La limosna (2-4), para obtener fama tiene como único premio la fama misma. Lo escondido, la esfera del Padre; la recompensa es la comunicación personal con el Padre.
La oración (5-14). Tu cuarto, tu puerta, metáforas para designar la interioridad.
El ayuno sincero, que nace de un sentimiento interior (16-18).
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