Primera Lectura. Isaías 58,1-9.
El ayuno (Is 1,10-20; Zac 7).
1Grita a voz en cuello, sin cejar,
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
2Consultan mi oráculo a diario,
muetran deseo de conocer mi camino
como un pueblo que practicara la justicia
y no abandonase el mandato de su Dios.
Me piden sentencias justas,
desean tener cerca a Dios.
3¿Para qué ayunar, si no haces caso?
¿Mortificarnos, si tú no te fijas?
Mirad: ayunáis entre riñas y disputas,
dando puñetazos sin piedad.
No ayunéis como ahora,
haciendo oír en el cielo vuestras voces.
5¿Es ése el ayuno que el Señor desea,
el día en que el hombre se mortifica?
Mover la cabeza como un junco,
acostarse sobre estera y ceniza,
¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?
6El ayuno que yo quiero es éste:
abrir las prisiones injustas,
hacer saltar los cerrojos de los cepos,
dejar libre a los oprimidos,
romper todos los cepos;
7partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
vestir al que ves desnudo
y no cerrarte a tu propia carne.
8Entonces romperá tu luz como la aurora,
en seguida te brotará la carne sana;
te abrirá camino tu justicia,
detrás irá la gloria del Señor.
9Entonces clamarás al Señor, y te responderá;
pedirás auxilio, y te dirá: Aquí estoy.
Si destierras de ti los cepos,
y el señalar con el dedo, y la maledicencia;
Explicación.
58,1-9
Como en casos semejantes (Sal 50; Is 1,10-20; Jr 7), lo importante es
la tensión entre actos culticos -aquí el ayuno- y la justicia social. La
raíz de ayunar suena siete veces. Los hombres lo definen y consideran
eficaz para "agradar" a Dios, para que " se fije" y "responda"; al
fallar esos resultados acusan a Dios y no a su ayuno. Pero Dios se burla
de los gestos, desenmascara la falsedad, "como si...", denuncia las
injusticias de los devotos ayunadores.
Después define el ayuno que
él "prefiere", que consiste en obras de misericordia. Si se enmiendan,
Dios promete estar cerca y escuchar las súplicas.
58,1
En una jornada de ayuno litúrgico, la voz del profeta ha de resonar como
trompeta: Jl 2,15; Os 8,1; Sal 81,4. Se dice "mi pueblo" aludiendo a la
alianza (Sal 50,4.7), base de la querella.
58,2-3a El
pueblo viene a Dios con pretensiones, alegando como méritos sus buenos
deseos: de conocer el camino de Dios, el mandato de Dios, la cercanía de
Dios. Vanas pretensiones mientras siguen su camino (56,11), no cumplen
los mandatos (cfr. Sant 1,22-24), buscan una cercanía mecánica (Jr 7).
Como si bastara consultar.
58,3b-5 La respuesta del
Señor es irónica. Desenmascara la farsa piadosa: ayunar y perseguir el
negocio, mortificarse uno y golpear al prójimo. "Apremiar" trae
dolorosas resonancias de la opresión egipcia: Éx 3,7; 5,9.13.14; y va
contra la legislación de Dt 15,2s. La voz que se debe escuchar en el
cielo es la de la oración sincera (p. ej. Sal 5,4; 27, 7; 55,18); ahora
se escuchan voces y ruidos, de golpes y riñas. De rodillas e
inclinándose rítmicamente parecen un campo de juncos que se comban al
paso del viento: ¿qué viento los mueve?
58,6-7 "Liberar
a los cautivos"; el don de la libertad se aprecia más después de la
experiencia del destierro. En vez de "afligirse" uno mismo, debe sentir
la "aflicción" del prójimo. "Carne" subraya la debilidad e invalidez
común a todos. Si el egoísmo cierra, la compasión abre. El dolor
compartido establece y mantiene la solidaridad.
58,8-9
Más aún. El ayuno auténtico, las obras de misericordia, transfiguran al
hombre, casi lo divinizan, como sol que amanece (cfr. Sal 112,4). Abre
su cortejo la Justicia, lo cierra la Gloria del Señor (cfr. Sal 85,14;
97,2). Por la caridad el hombre resplandece, porque revela la gloria de
Dios (Mt 5,16).
Salmo. 51,3-19.
3Misericordia, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
4lava del todo mi delito
y limpia mi pecado.
5Pues yo reconozco mi culpa
y tengo siempre presente mi pecado.
6Contra ti solo pequé,
cometí la maldad que repruebas.
7Que tus argumentos te hagan justicia
y resultes inocente en el juicio.
7Mira, culpable nací,
pecador me concibió mi madre.
8Tú quieres sinceridad interior
y en lo íntimo me inculcas sensatez.
9Límpiame con hisopo del pecado,
lávame hasta quedar más blanco que la nieve.
10Anúnciame gozo y alegría,
que se regocijen los huesos triturados.
11Tápate el rostro ante mi pecado
y borra toda mi culpa.
12Crea en mí, Dios, un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
13no me arrojes lejos de tu rostro
ni me quites tu santo espíritu;
14devuélveme el gozo de la salvación,
afiánzame con un espíritu generoso.
15Enseñaré a los malvados tus caminos,
y los pecadores volverán a ti.
16De homicidio líbrame, oh Dios,
Dios y Salvador mío,
y mi lengua aclamará tu justicia.
17Señor mío, ábreme los labios
y mi boca proclamará tu alabanza.
18Un sacrificio no te satisface;
si te ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
19Para Dios sacrificio es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y triturado,
tú, Dios, no lo desprecias.
Explicas.
El
salmo, 3-19, queda dividido en dos partes con un corte abrupto entre 11
y 12. La primera parte está encerrada en una inclusión triple,
llamativa; repite seis veces la raíz de "pecado" y otras seis, términos
sinónimos. La séptima se reserva para empalmar con la segunda parte. El
v. 10 anticipa un tema de la segunda parte.
51,3-11
En el reino del pecado. Doce veces en diez versos es una presencia
envolvente, "tengo siempre presente". Tres binas se destacan: lo que
Dios posee, bondad y compasión; lo que pide al hombre, sinceridad y
sensatez; lo que el hombre pide, gozo y alegría.
La
presencia en la conciencia de pecados y culpas y delitos revela algo
más profundo: la condición pecadora del hombre. Nosotros emplearíamos
dos símbolos espaciales: en lo hondo, en la raíz, en el cimiento. Los
hebreos prefieren el símbolo temporal: de nacimiento, en la concepción:
véanse Is 48,8; Os 12,4; Sal 58,4.
El
pecado aparece también en dos imágenes: como mancha, como deuda; y sin
imagen, como responsabilidad. Por eso el perdón es lavar una mancha,
cancelar una deuda.
51,3 Al apelar a la piedad y compasión de la otra parte, implícitamente se reconoce culpable.
51,6a
"Contra ti solo". Si el salmo está estilizado como pronunciado por
David, parece olvidar a Urías. Leído detrás del anterior, parece olvidar
al prójimo. Sin embargo, la frase hace sentido en contexto de alianza:
una parte es ofensora respecto a la otra. Véase para David 2 Sm 12,9.
51,6b En
el esquema de un juicio bilateral el verso es claro: el orante aprueba
la validez del discurso de Dios. Parafraseo: con tu discurso pruebas tu
inocencia, del proceso sales inocente. Si se tratase de que Dios salga
justificado frente a todo juicio humano, la condena de un culpable
surtiría el mismo efecto.
51,7 "Concibió": en la fisiología de entonces, me dio su calor.
51,8
Dios mismo trabaja en la intimidad del hombre para que adquiera y
asimile la sensatez. Parte importante de ella es descubrir y reconocer
los pecados y la condición pecadora.
51,9 Compárese con Is 1,18.
51,10
Anticipa la segunda parte. Cuando Dios pronuncie la sentencia de
perdón, el penitente escuchará una noticia alegre, y hasta lo hondo de
los huesos sentirá el gozo: véase Is 66,14.
51,12-19
La segunda parte comienza con un corte que no puede ser más radical.
Para pasar del pecado a la gracia hace falta una nueva creación, cosa
que toca a Dios.
51,12-14
El verbo crear suena con fuerza al comienzo de tres versos que llamaré
epíclesis, porque son una triple invocación al espíritu. Como en la
creación: el "espíritu de Dios" se cernía sobre el océano.
51,12
El primero es un espíritu dispuesto; adjetivo al parecer contrario al
viento, cuya esencia es moverse. En términos psicológicos y espirituales
es un ánimo pronto, decidido (cfr. Mt 26,41).
51,13
El segundo es un espíritu santo; la petición es que Dios "no quite" lo
que había dado. Leído en clave davídica, sería el espíritu de profecía,
según 2 Sm 23,2. Leído en clave comunitaria, es retirar la condición de
pueblo santo, consagrado: Ex 19,6; Is 62,12; anular la elección,
rechazar, como muestra el paralelo de 2 Re 13,23.
51,14
El tercero es un espíritu "principesco", que denota la iniciativa
espontánea, la generosidad y nobleza de ánimo. No una ley desde fuera,
sino un dinamismo desde dentro.
51,15
Ya transformado, el orante podrá atarearse como predicador de
conversión. Los caminos del Señor son la línea de conducta que él traza;
el camino por donde podrán volver y que deberán seguir.
51, 16a "Sangre" damim significa en sentido propio el homicidio, en sentido amplio cualquier violencia. En clave davídica, el asesinato de Urías.
51,18
El verbo aceptar puede tener valor técnico en el lenguaje cúltico: es
la aceptación de Dios la que convalida un sacrificio.
51,19
"Quebrantado, triturado": hay que retener la imagen hebrea, plástica,
vigorosa; nosotros decimos "estoy hecho polvo". Por la traducción griega
y después la latina, la imagen perdió su materialidad y se convirtió en
el concepto contrición, con su adlátere atrición.
Transposición cristiana.
El
salmo 51 es el Miserere, príncipe de los salmos penitenciales. Lástima
que se haya desgajado del 50 y que no se haya valorado bastante la
epíclesis o invocación al Espíritu. Podemos arrancar de 2 Cor 5,17-21
sobre el "ministerio de reconciliación". Al cual añado unas cuantas
observaciones.
En
la liturgia penitencial, ordenada al perdón y reconciliación, Dios no
condena como juez, sino que se querella como parte. La relación mutua se
funda en la alianza, cuya carta es el evangelio. El evangelio posee
fuerza de interpelación, de recriminación y querella; pero también
ofrece perdón y fuerza para la enmienda. A un examen de conciencia
objetivo y neutral se sobrepone la palabra de Dios, en diálogo personal.
La reconciliación tiene algo de nueva creación, y el Espíritu se
infunde como dinamismo de vida nueva. Se plantea la relación entre culto
y justicia.
Evangelio. Mateo 9,14-15.
14 Se acercaron entonces los discípulos de Juan a preguntarle:
- Nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan?
15 Jesús les contestó:
- ¿Pueden estar de luto los amigos del novio
mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que les arrebaten al
novio y entonces ayunarán.
Explicación.
La práctica religiosa de los discípulos de Juan se ha asimilado a la
de los fariseos (cf. 3,7). Reproche: Jesús no se atiene a la tradición
ascética ni impone disciplina a sus discípulos. Jesús compara su
convivencia con los discípulos a un banquete de bodas, donde él
representa al novio/esposo (cf. 3,11) en el simbolismo de la alianza (Os
2), cambio de alianza (Jr 31,31-34): amistad, alegría, libertad. El
ayuno, expresión de tristeza, incompatible con la presencia de Jesús.
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