PRIMERA LECTURA. Hechos 10,34.37-43.
34 Pedro tomó la palabra y dijo:
- Realmente, voy comprendiendo que Dios ni discrimina a nadie,
37
Vosotros conocéis muy bien el hecho acaecido en todo el país judío,
empezando por Galilea después de que Juan predicó el bautismo,
38
el hecho de Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del
Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando todos los sojuzgados
por el diablo, porque Dios estaba con él.
39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo tanto en el país judío como en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo de un madero.
40 A éste, Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se dejara ver,
41
no de todo el pueblo, sino de los testigos que Dios había designado de
antemano, de nosotros, que hemos comido y bebido con él después que
resucitó de la muerte.
42 Él nos mandó predicar al pueblo dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos.
43 Sobre esto el testimonio de los Profetas es unánime; todo el que le da su adhesión obtiene el perdón de los pecados.
Explicación.
Pedro
lo invita a levantarse de su postración y a participar de la vida de la
comunidad (34: la expresión griega es ambigua: ·Hazte la cama/reclínate
a la mesa"). El desbloqueo de la comunidad produce sus frutos (35). Hay
una serie de rasgos comunes y de contraste entre esta escena y la del
paralítico del Ev. (Lc 5,17-26).
Las
obras de beneficencia propias de la religiosidad judía no han bastado
para evitar su muerte; la sala de reuniones de la comunidad se ha
convertido en un velatorio (37). Una delegación de la comunidad suplica
insistentemente a Pedro que intervenga en sus asuntos internos (38).
Situación desesperada de las "viudas", símbolo del desamparo total (39).
Pedro,
al modo de Jesús (cf. Mc 5,41), intenta enderezar la situación (40). Al
final lo consigue y restablece el cuerpo comunitario (41). Nuevas
adhesiones (42). La escena de la resurrección de Tabita recuerda de
cerca la resurrección de la hija de Jairo (Lc 8,40-42.49-56). Otra serie
de marcas la pone en relación con el doble paradigma de Elías y el hijo
de la viuda de Sarepta (3 Re 17,17-24 LXX, cf. Lc 4,26) y de Eliseo y
el hijo de la sunamita (4 Re 4,8-37 LXX).
SALMO. 118,1-2.16-17.22-23.
1Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
2Diga la casa de Israel:
es eterna su misericordia. 16la diestra del Señor es sublime,
la diestra del Señor hace proezas».
17No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
22-La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
23Es el Señor quien lo ha hecho
y nos parece un milagro.
Explicación.
118,1-4
El estribillo es fórmula litúrgica de uso múltiple: Jr 33,11; 1 Cr 16; 2
Cr 5,13; 7,3; Esd 3,11 Y varias veces en el salterio.
118, 15b-16 El texto del canto es una elaboración de Ex 15,2.
118,17
-18 En cierto sentido, éste es el punto culminante del relato: porque
lleva la liberación al límite de la vida y la muerte, porque interpreta
el peligro grave como "educación" dirigida por Dios (Dt 8,5; Jr 30,11).
El proceso entero estaba controlado por Dios, y el hombre, que ha
revivido, puede "contar las hazañas del Señor": Sal 71,20.
118,22-23
Reflexión coral en imagen arquitectónica. Aparejadores o maestros
canteros valoran la calidad de cada piedra. Desechan una que no les
parece de buena calidad, o que está mal tallada o no encaja en el
aparejo. Más tarde, Dios revela el valor único de aquella piedra, que
será usada como ángulo de unión de dos paños del edificio o como remate
del templo: véanse 1 Re 6,7; Zac 4,7.
Transposición cristiana.
Éste es el salmo pascual por excelencia. Así nos lo
enseña la tradición a partir del NT. La imagen de la piedra desechada,
angular, la recogen Mt 21 ,42; Mc 12,1 Os; Lc 20,17; Hch 4,11; 1 Pe
2,6s. La aclamación Hosana: Mt 21,9; Mc 11,9s; Lc 19,18; Jn 12,13.
El salmo nos ayuda a meditar las etapas principales de la muerte y resurrección de Jesucristo.
SEGUNDA LECTURA. Colosenses 3,1-4 o 1 Corintios 5,6-8.
COLOSENSES.
1Por
tanto, si habéis resucitado con el Mesías, buscad lo de arriba, donde
está el Mesías sentado a la derecha de Dios; 2estad centrados arriba, no
en la tierra. 3Moristeis, repito, y vuestra vida está escondida con el
Mesías en Dios; 4cuando se manifieste el Mesías, que es vuestra vida,
con él os manifestaréis también vosotros gloriosos.
EXPLICACIÓN.
Muertos
a lo rudimentario, hay que buscar lo de arriba, de donde viene la vida:
allí está su autor y prototipo. Él es el punto de referencia. Estad centrados: el verbo gr. phronéô, (derivado de phrên, "diafragma"),
no denota sólo el pensamiento consciente, sino también la tendencia, la
fuerza que orienta el ser (cf. Flp 3,19); la tendencia del cristiano es
hacia Cristo, y de ese centro parten las líneas de fuerza. El cristiano
posee ya la vida definitiva; la salvación está ya concedida; el último
acto será su manifestación pública (Rom 8,17.18) (3,1-4).
CORINTIOS.
6Esa
jactancia vuestra no viene a cuento, ¿no sabéis que una pizca de la
levadura fermenta toda la masa? 7Haced buena limpieza de la levadura del
pasado para ser una masa nueva, conforme a lo que sois: panes sin
levadura. Porque Cristo, nuestro cordero pascual, ya fue inmolado;
8ahora a celebrar la fiesta, pero no con levadura del pasado, no con
maldad y perversidad, sino con panes sin levadura, que son candor y
autenticidad.
Explicación.
También
la comunidad necesita esa excomunión; de lo contrario, podría
corromperse. Según un dicho proverbial judío, compara el mal con la
levadura e, inspirándose en las costumbres de la Pascua judía, les pide
que la eliminen, para poder celebrar dignamente la nueva y permanente
Pascua cristiana (6-8).
EVANGELIO. Juan 20,1-9.
Introducción: El sepulcro vacío.(Jn 20, 1-10)
1.
El primer día de la semana, por la mañana temprano, todavía en
tinieblas fue María Magdalena al sepulcro y vio la losa quitada.
2. Fue entonces corriendo a ver a Simón Pedro y también al otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dijo:
- Se han llevado al Señor del Sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
3. Salió entonces Pedro y también el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro.
4. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo se adelantó, corriendo más de prisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
5. Asomándose vio puestos los lienzos; sin embargo, no entró.
6. Llegó también Simón Pedro siguiéndolo, entró en el sepulcro y contempló los lienzos puestos,
7. y el sudario, que había cubierto su cabeza, no puesto con los lienzos, sino aparte, envolviendo determinado lugar.
8. Entonces, al fin, entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó.
9. Es que aún no habían entendido aquel pasaje donde se dice que tenía que resucitar de la muerte.
Explicación.
Terminada
la creación (19,30) y preparada la verdadera Pascua (19,31-42),
comienza sin interrupción el nuevo ciclo: el de la creación nueva y la
Pascua definitiva. Prescinde Jn del dato cronológico exacto, para
subrayar que el tiempo mesiánico sigue inmediatamente a la muerte de
Jesús. “El último día” de la cruz viene representado ahora como el
primer día (1), que abre el tiempo nuevo. Por la mañana temprano indica
un momento en que ya hay luz (18,28); dato inconciliable con todavía en
tinieblas; pero en Jn la tiniebla designa la ideología contraria a la
verdad de la vida (1,5; 3,19; 6,17; 12,35). María va al sepulcro
creyendo que la muerte ha triunfado; espera encontrar el cadáver de
Jesús. Alusión al Cantar 3,1, de la esposa: “lo busqué y no lo
encontré”. La losa puesta habría sido el sello de la muerte definitiva
(cf. 11,38s.41), pero la historia de Jesús no se ha cerrado.
Alarma
de María (2). Avisa a los dos discípulos por separado; la muerte de
Jesús ha provocado la dispersión (16,32). Conclusión de lo que ha visto:
se han llevado al Señor. No entiende lo que era señal de vida (el
sepulcro abierto); para ella, el Señor, muerto, está a merced de lo que
quieran hacer con él. El plural no sabemos muestra a la comunidad
desorientada.
Igual
reacción de ambos discípulos, ir al sepulcro (3-4). Correr juntos,
común adhesión a Jesús. Diferencia: el amigo de Jesús se adelanta a
Pedro. Las dos veces que hasta ahora Pedro y el discípulo predilecto han
aparecido juntos (13,23-25; 18,15ss) Jn ha dado la ventaja al segundo.
Corre más de prisa el que ha sido testigo del fruto de la cruz (19,35).
Pedro no concibe aún la muerte como muestra de amor y fuente de vida
(12,24).
El
discípulo ve puestos los lienzos (5), como sábanas en el lecho nupcial;
ya no atan a Jesús (19,40). Distingue la señal de la vida, pero no la
comprende. Deberían deducir que Jesús se ha marchado solo (cf. 11,44, de
Lázaro: “Desatadlo y dejadlo que se marche”), pero no conciben que la
vida pueda vencer a la muerte.
El
discípulo no entra en el sepulcro, va a ceder el paso a Pedro. Después
de las negociaciones de éste (18,15-17,25), es un gesto de aceptación y
reconciliación. Pedro sigue al otro discípulo (6); el que es amigo de
Jesús marca el camino. Ve también los lienzos puestos; descubre, además,
el sudario, símbolo de muerte (11,44, de Lázaro), pero colocado aparte:
envolviendo determinado lugar (7). La expresión es extraña, indicando
un segundo sentido. “El lugar” denota en Jn el templo de Jerusalén
(4,20; 5,13; 11,48) o, por contraste, el lugar donde se encuentra Jesús,
nuevo santuario (6,10.23; 10,40, etc.). Aquí este “lugar”, separado del
que es propio de Jesús, designa el templo. Al matar a Jesús han
intentado suprimir la presencia de Dios; con ello han condenado su
propio templo a la destrucción (cf. 2,19). La muerte, vencida por Jesús,
amenaza sin remedio a la institución que lo condenó. No hay reacción de
Pedro ante los signos.
Insiste
Jn en la deferencia del otro discípulo (8: el que había llegado antes),
que muestra una actitud de amor como la de Jesús. Al ver las señales,
comprende: la muerte no ha interrumpido la vida, simbolizada por el
lecho nupcial preparado. Ahora cree y ve así la gloria/amor de Dios
(11,40), que da vida definitiva. Nuevo contraste entre los dos
discípulos; sólo cree el segundo.
Jn
se refiere al pasaje de Is 26,19-21 (9), al que aludía en 16,16:
“Dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis”, y
en el que decía el profeta: “Resucitarán los muertos … el Señor va a
salir de su morada”. No sabían que se ha producido el nacimiento del
Hombre (16,21).
Los
discípulos no hablan entre ellos ni comentan lo que han visto (10).
Esto da a la escena un carácter de paradigma: Jn está describiendo el
impacto de la muerte de Jesús en la comunidad y las disposiciones que el
hecho de la resurrección encuentra en ella. De hecho, los discípulos no
continúan la búsqueda de Jesús ni anuncian lo sucedido (se fueron de
nuevo a su casa).
SÍNTESIS.
Jesús
ha muerto, pero no es un cadáver. El sepulcro es un pasado que remite
al presente. No se puede vincular la memoria de Jesús a un lugar
determinado ni erigirle un monumento como a un difunto ilustre. Su
historia no ha terminado. Dificultad en creer que la vida vence a la
muerte.
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