PRIMERA LECTURA. Isaías 49,8-15.
8Así dice el Señor:
En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo;
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
9para decir a los cautivos: "Salid";
a los que están en tinieblas: "Venid a la luz";
aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
10no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el que los compadece
y los guía a manantiales de agua.
11Convertiré mis montes en caminos
y mis calzadas se nivelarán.
12Mirad, unos vienen de un país remoto;
mirad, otros del norte y del poniente,
y aquellos del país de Siene.
13Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped en aclamaciones, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados.
14-Decía Sión: "Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado".
15-¿Puede una madre olvidarse de su criatura,
dejar de querer al hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
Explicación.
49,8-13.
Es casi una síntesis de la entera profecía: salida, camino
transfigurado, llegada. Abarca los extremos, Babilonia y Sión. El tono
es exultante y cordial.
49,8. Citado por Pablo en 2 Cor 6,2. Repartidor de la tierra como Josué. Es también mediador de la alianza, como Moisés.
49,10. Citado en Ap 7,16. "Compasivo": 49,10.13.15; 54,7.8.10; cfr. Éx 34,6.
49,12. Cambia el punto de vista: Bar 4,36-37; 5,5-6.
SALMO. 145,8-9.13-14.17-18.
8EI Señor es clemente y compasivo,
paciente y misericordioso.
9EI Señor es bueno con todos,
se compadece de todas sus creaturas.
13Tu reinado es un reinado eterno,
tu gobierno, de generación en generación.
14EI Señor sostiene a los que van a caer
y endereza a los que ya se doblan.
17EI Señor es justo en todos sus caminos,
es leal con todas sus creaturas.
18Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Explicación.
145,8 Con leve variante repite la fórmula litúrgica tradicional, cuyo lugar clásico es Ex 34,6.
145,9 Todo cuanto Dios ha creado es objeto de su bondad y digno de su compasión o cariño: léase Sab 11,24.
145,11-13
Los versos centrales recogen el título inicial, "Rey mío" e insisten en
él. El salmo no piensa en un rey terreno ni en un territorio nacional
con su capital: acepta la situación que precede y sigue a la monarquía.
En compensación, se coloca en un reino más glorioso: divino, universal y
perpetuo. En este puesto falta el verso de la letra N. Las versiones
antiguas suponen un texto semejante al v. 17: "El Señor es de fiar en
todas sus palabras, es leal en todas sus acciones".
145,14
Comienzan los participios, que fijan una acción o una serie
transformándolas en atributo, casi en título. Sobre el fondo del salmo
72, leamos esta serie como actividad propia del rey. Los complementos
rimados representan todo lo débil que necesita del apoyo ajeno. Podemos
extenderlo hasta la contingencia de las criaturas.
145,17
Et ámbito jurídico pertenece también a la realeza. Como soberano, es
leal con sus criaturas porque, al hacerlas, se compromete con ellas.
145,18
Sobre el dios lejano y cercano véanse Sal 22,2-12; Is 55,6. Invocado se
hace cercano; para la invocación ha revelado su nombre.
Transposición cristiana.
Puesto
en boca de Cristo y de la Iglesia, enriquece el sentido de los
predicados que el Hijo tributa al Padre y la Iglesia dedica a su rey,
Jesucristo.
EVANGELIO. Juan 5,17-30.
La obra de Jesús, obra del Padre. (5, 16-30)
17. Jesús les replicó:
-Mi Padre, hasta el presente, sigue trabajando y yo también trabajo.
18.
Más aún, en vista de esto, los dirigentes judíos trataban de matarlo,
ya que no sólo suprimía el descanso de precepto, sino también llamaba a
Dios su propio Padre, haciéndose él mismo igual a Dios.
19. Reaccionó Jesús diciéndoles:
-Pues
sí, os lo aseguro: Un hijo no puede hacer nada de por sí, tiene que
vérselo hacer al padre. Así, cualquier cosa que éste haga, también el
hijo la hace igual,
20. porque el padre quiere al hijo y le enseña todo lo que él hace. Y le enseñará obras mayores que éstas, para vuestro asombro.
21. Así, igual que el Padre levanta a los muertos dándoles vida, también el Hijo da vida a los que quiere;
22. de hecho ni siquiera da el Padre sentencia contra nadie, sino que la sentencia la ha delegado en el Hijo,
23.
para que todos honren al Hijo como lo honran a él. Negarse a honrar al
Hijo significa negarse a honrar al Padre que lo envió.
24.
Sí, os aseguro que quien escuche mi mensaje, y así da fe al que me
envió, posee vida definitiva y no está sujeto a juicio: ya ha pasado de
la muerte a la vida.
25.
Sí, os aseguro que se acerca la hora, o, mejor dicho, ha llegado, en
que los muertos van a oír la voz del Hijo de Dios, y los que la escuchen
tendrán vida.
26. Porque lo mismo que el Padre dispone de la vida, así también ha concedido al Hijo disponer de la vida
27. y, además, le ha dado autoridad para pronunciar sentencia, porque es hombre.
28. No os asombre esto, porque se acerca la hora en que van a oír su voz los que están en el sepulcro,
29.
y saldrán los que practicaron el bien, para comparecer y tener vida;
los que obraron con bajeza, para comparecer y recibir sentencia.
30.
Yo no puedo hacer nada por mí; doy sentencia según lo que aprendo, y
esa sentencia es justa, porque no persigo un designio mío, sino el
designio del que me envió.
EXPLICACIÓN.
17-30.
Ante la oposición de los dirigentes judíos, que invocan la Ley como
expresión de la voluntad divina, Jesús expone el fundamento de su
actividad liberadora. Su obra se identifica con la de Dios creador, que
continúa trabajando para llevar al hombre a la plenitud de vida (17); el
amor del Padre está siempre activo. Esto significa que Dios no ha
establecido en el mundo un orden cerrado, sino que sigue abierta la
tarea de la creación del mundo y del hombre. No se puede someter a los
hombres a una organización social que se considera definitiva, hay que
estar en perpetuo trabajo de eliminación de todo obstáculo que en esta
sociedad impida la plenitud humana. Mientras haya oprimidos y hombres
privados de libertad, no está realizado el designio creador. La
actividad de Jesús –la del amor leal (1.14)- es la misma de Dios y
encarna su voluntad y designio. Esta concepción hace derrumbarse por su
base el sistema cerrado por la Ley absolutizada, es decir, considerada
como la manifestación definitiva e irreformable de la voluntad divina.
Al
llamar Jesús a Dios su propio Padre, afirma que Dios está con él y en
contra de ellos, que se le oponen; en consecuencia, la institución
regida por ellos, que se arroga autoridad divina, es ilegítima. Entran
en conflicto de intereses: uno, el bien del hombre; el otro, el
prestigio de la institución. Los dirigentes no dudan: deciden matar a
Jesús.
Identidad
de la acción de Jesús y la del Padre (20). No todo está dicho ni hecho;
en la creación abierta hay que esperar novedad.
Acaba
de levantar a un inválido (5,8); está dando vida a un pueblo muerto
(cf. 1,4; Ez 37,11s) (21); se dibuja un horizonte de vida para la
humanidad; a los que quiere no expresa discriminación, sino libertad
para obrar; nadie puede impedir su actividad.
Dar
sentencia (22), actividad que el Padre delega en Jesús (al contrario
que en Dn 7,9-12, donde Dios mismo juzga); no se trata de un juicio más
allá de la historia; el juicio se está celebrando ya (3,18), la
sentencia se la da el hombre mismo. La expresión dar sentencia indica la
separación que la presencia de Jesús provoca entre los que están a
favor o en contra del hombre.
No
existen otros principios o códigos de moralidad o de conducta –ni
siquiera la Ley mosaica- que puede pretender autoridad divina; no se
puede apelar contra Jesús en nombre de la Ley. Estar con Jesús es estar
con Dios; estar contra él es estar en contra de Dios (23). Jesús mismo,
expresión plena y total del proyecto de Dios, es el criterio: su persona
y actividad disciernen entre bien y mal. Imposible recurrir a Dios para
oponerse a Jesús (24); ha pasado de la muerte a la vida, el éxodo de
Jesús, saliendo del dominio de la tiniebla.
Su
propósito es invitar a la plenitud a los que son muertos en vida (25), a
los que viven en la zona de la tiniebla/muerte; su voz, su mensaje
(24). Como el Padre, Jesús posee la vida y dispone libremente de ella
(26-27). La comunicación de vida supone una opción personal, Jesús la
provoca. Para elegir entre muerte y vida se necesitaba un punto de
referencia, y éste es Jesús, precisamente por ser hombre. Es decir, la
actitud ante el hombre va a decidir la suerte de los hombres; no hay
situación ante Dios que no dependa de la opción frente al hombre. La
norma que sustituye a la Ley es el hombre; el juicio es la confrontación
con el hombre.
Este
criterio vale también para el pasado (28-29): es la opción a favor o en
contra del hombre la que juzga a los hombres de toda época. Practicar
el bien = practicar la lealtad/amor fiel (3,21); vida para siempre: la
vida que Dios da al que opta por ella no está limitada por la muerte;
obrar con bajeza, actuar en contra del hombre; a la vida para siempre se
opone la no vida para siempre, que es la sentencia o derrota (Dn 12,2),
frustrando el proyecto de Dios. Su sentencia es necesariamente justa,
pues no busca su propio interés; su único criterio es el bien objetivo
del hombre (30).
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