Primera Lectura:1 Juan 1:5 -- 2:2
1 5El
anuncio que le hemos oído a él y que os manifestamos a vosotros es
éste: que Dios es luz y que en él no hay tiniebla alguna.
6Si
afirmamos estar unidos a él mientras nos movemos en las tinieblas,
mentimos, y nuestra conducta no es auténtica. 7En cambio, si nos movemos
en la luz, como él está en la luz, estamos unidos unos con otros, y la
sangre de Jesús su Hijo nos va limpiando de todo pecado.
8Si
afirmamos no tener pecado, nosotros mismos nos extraviamos y no
llevamos dentro la verdad. 9Si reconocemos nuestros pecados, Dios, que
es fiel y justo, cancela nuestros pecados y nos limpia de toda
injusticia.
10Si afirmamos no haber pecado nunca, dejamos a Dios por embustero y no llevamos dentro su mensaje.
21Hijos,
os escribo esto para que no pequéis; pero, en caso de que uno peque,
tenemos un defensor ante el Padre, Jesús, Mesías justo, 2que ha expiado
nuestros pecados, y no, sólo los nuestros, sino también los del mundo
entero.
Explicación.
Dios es luz, sin artíc., para expresar cualidad (5). Luz, que
se identifica con la vida Un 1,4: «la vida era la luz del hombre»),
implica manifestación Un 1,4: «la luz brilla») y comunicación Un 1,9:
«ilumina a todo hombre»). Dios se da a conocer, y en ese conocimiento
revela lo que es. La segunda sentencia, que excluye de Dios todo aspecto
negativo: y en él no hay tiniebla alguna, indica que la
revelación es completa. Aunque sea imposible abarcar la realidad divina,
dentro de la limitación humana se puede conocer lo que realmente es
Dios y excluir lo que no es.
En
consecuencia, la primera condición para estar unido a Dios es aceptar
la comunicación divina (la luz que ilumina), que va transformando al
hombre asemejándolo a Dios; si no existe esa semejanza, es falsa la
unión con Dios que se afirma (6). Vivir en la luz que es la vida produce
el compartir esa vida unos con otros.
Esto
no hace impecables, pero mantiene unidos a Dios, y la conciencia de
pecado no domina la existencia (cf. 3,19-24) (7). Los pecados
ocasionales no crean una barrera entre Dios y el hombre.
De
hecho, la muerte-resurrección de Jesús ha cambiado de raíz la relación
del hombre con Dios; la supresión de la Ley y el don del Espíritu como
respuesta a la opción libre de! hombre (Jn 2,1-11) crea una comunión de
vida con Dios, expresada en la relación Padre-hijo, que se mantiene
mientras el hombre no revoque su opción.
Para
formular esto el autor usa dos metáforas. La primera (ausente en el
Evangelio de Juan) está tomada del sistema sacrificial judío: la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado (cf. 2,2: expía nuestros pecados). La segunda, la imagen del juicio, donde Jesús aboga en favor de los suyos (2,2:tenemos un defensor).
Según
Lv 17,11, la sangre «expía» mediante la vida que se dice estar «en» la
sangre. La fuerza de vida de Jesús (el Espíritu/amor) liberada por su
muerte, acto supremo de amor, de los límites individuales, actúa
eliminando gradualmente la injusticia de la conducta en los que dan la
adhesión a Dios a través de él.
Nadie es perfectamente coherente con su compromiso cristiano, y todos han tenido parte en la injusticia del mundo (tener pecado) (8);
en quien lo reconoce, Dios no sólo cancela el pasado pecador, sino que
elimina la injusticia interior, que vicia la relación con Dios y con los
hombres (cf. Jr 40,8); fiel, porque cumple sus promesas; justo, porque
no tolera la injusticia y ayuda a salir de ella (9). Los disidentes que
proclaman ser y haber sido impecables niegan la necesidad de salvación
(cf. Jn 8,37) (10).
Confianza del autor (2,1: Hijos, lit. «hijitos»). Actuar injustamente o hacer daño a otros no se compagina con la vida cristiana (para que no pequéis),pero,
en todo caso, el perdón está asegurado (2,1-2) para los que viven en la
luz (cf. 1,7), es decir, para los que mantienen la opción. Defensor, sentido del gr. parakletos en
contexto judicial; cf. Jn 14,16,26; 15,26; 16,7 (“valedor”, más
general). La defensa de Jesús es válida porque el pecado, obstáculo para
el acceso a Dios, ha sido virtualmente eliminado por su muerte.
Salmo: 124:2-5, 7-8
2si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando unos hombres nos asaltaban,
3nos habrían tragado vivos,
ardiendo en cólera contra nosotros;
4nos habrían arrollado las aguas,
y el torrente nos llegaría al cuello.
5nos llegaría al cuello el agua espumeante.
7Salvamos la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió,
nosotros escapamos.
8Nuestro auxilio es el nombre del Señor
que hizo el cielo y la tierra.
Explicación.
124,1-2 Comienza de repente, de modo que el invitatorio retrasado interrumpe. Ocupan los puestos extremos Yhwh, Israel y "hombre".
124,5 Para la imagen léase Is 8,8 en su contexto.
124,7 Imagen de sapienciales: Prov 6,5; 7,23.
124,8 Casi repetición de Sal 121 ,2; ha cuajado como fórmula litúrgica.
Transposición cristiana.
Sobre
el peligro de fuego yagua véase Mt 17,15. Agustín pone el salmo en boca
de cristianos glorificados, especialmente de mártires.
Evangelio:Mateo 2:13-18
HUIDA A EGIPTO.
13 Apenas se marcharon, el ángel del Señor se apareció en sueños José y le dijo:
- Levántate, coge al niño y a su madre y
huye a Egipto; quédate allí hasta nuevo aviso, porque Herodes va a
buscar al niño para matarlo.
14 José se levantó, cogió al niño y a su madre de noche, se fue a Egipto
15 y se quedó allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto (Os 11,1).
MATANZA DE LOS INOCENTES.
16 Entonces Herodes, viéndose
burlado por los magos, montó en cólera y mandó matar a todos los niños
de dos años para abajo en Belén y sus alrededores, calculando la edad
por lo que había averiguado de los magos.
17 Entonces se cumplió el oráculo de profeta Jeremías:
18 Un grito se oyó en Ramá,
llanto y lamentos grandes
es Raquel que llora por sus hijos
y rehúsa el consuelo, porque ya no existen (Jr 31,15).
Explicación.
En primer término, la figura de José; como el patriarca homónimo del AT,
salva a su familia llevándola a Egipto (Gn 45-46): en Jesús comienza el
nuevo Israel (Os 11,2) (13-15). Cólera de Herodes (16), en relación con
Éx 1, donde el faraón se propone destruir al pueblo matando a los
recién nacidos varones; la tierra de la esclavitud y opresión es ahora
Israel. Jr 31,15 (18) se continúa por un canto de esperanza (Jr 31,16s).
La oposición de los poderes enemigos será incapaz de impedir la
realización del designio de Dios (16-18).
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